MADRID, 8 (OTR/PRESS)
«No hay marcha atrás», ha dicho Felipe González acerca del firme y decidido propósito de Patxi López de convertirse en el siguiente lendakari vasco, sucesor de los nacionalistas que han ocupado esa presidencia del Gobierno y la sede de Ajuria Enea: Carlos Garaicoechea,, José Antonio Andanza y Juan José Ibarretxe. A más de uno, le chocará que López sea tan insistente en romper esa cadena histórica de los nacionalistas vascos, y que antes que él han intentado otros líderes socialistas; Ramón Rubial, Txiqui Benegas, Ramón Jáuregui… quienes chocaron sucesivamente en ese el intento durante los treinta años que, desde la reimplantación de la «lendakaritza» ha monopolizado El PNV.
Precisamente por eso, Txiqui López está decidido a romper ese «destino imposible»… hasta ahora. Pero ahora hay posibilidades: primera y principal, porque el PNV, que sigue siendo el partido mayoritario en Euskadi, dispone de 30 escaños, pero necesita 38 para alcanzar la mayoría absoluta. Y sus antiguos socios de la anterior legislatura, EA y EB, se han visto fagocitados y casi anulados por el propio nacionalismo de Arzalluz y Urkullu. EA y EB, con sólo un escaño cada uno, no llegan a sumar los votos requeridos. Aralar, con cuatro, tampoco resolvería nada. Y no tendría sentido que el PNV recurriera al PP. Por eso, recurre al PSE como última instancia, y decidido a ofrecerle «lo que desee», con tal de mantenerse en el poder. Tres carteras esenciales, un lendakari distinto, un programa pactado y radicalmente distinto al soberanismo de Ibarretxe…
No es de extrañar que la puja del PNV y sus ofertas sigan subiendo, a ver si consigue cambiar la obstinación de Patxi López. Podría incluso ofrecerle la mismísima sede de Ajuria Enea y la lendakaritza, máxima tentación para el socialismo vasco… Pero es seguro que Patxi López, que debe medir bien su actuación, ya ha pensado cómo resistir a esas formidables tentaciones peneuvistas de «cualquier cosa a cambio de mantenerse en el poder». Patxi López, obstinado en ser lendakari, ha escuchado las ofertas y las amenazas de sus adversarios políticos del PNV, y está escuchando las condiciones, que las hay, que impone e impondrá el PP para ceder sus trece votos, capaces de conseguir el número mágico de los 38 votos de la mayoría absoluta.
Patxi López deberá decidirse: las propuestas que le brinda el PNV o las del PP. Es seguro que Patxi López ya haya pensado hasta dónde ceder y dónde situar su propia autonomía de partido socialista, equidistante de unos y de otros. Pero, sobre todo, deberá considerar lo que más interesa al partido socialista: desde luego, tras la pérdida del gobierno gallego, nada mejor que ganar otro gobierno autonómico. Pero, es evidente que a Zapatero le vendría mejor contar con alguna fuerza que le dé apoyo en las Cortes españolas… Una delicada y trascendente negociación, y un equilibrio nada sencillo de obtener: ¿Ceder al nacionalismo, apoyarlo y reconducirlo a propósitos «españolistas», o pactar con el PP un programa de gobierno que no choque excesivamente con los postulados del primer partido, el PNV, haciendo «frentismo españolista y antivasquista»? Esa es la delicadísima cuestión de Patxi López y los suyos.
JOSE CAVERO
