Antonio Casado – El aborto que viene.


MADRID, 9 (OTR/PRESS)

Muchos de los que ahora se rasgan las vestiduras ante la futura ley del aborto, si no todos, luego formarán parte del ensordecedor silencio en torno a la mujer obligada a interrumpir un embarazo no deseado. El momento de la decisión lo sufrirá en dramática soledad. El coro de plañideras calla entonces, desaparece, se diluye, no está ni se le espera. Porque nadie tiene la fuerza moral, ni jurídica, para imponerse a su voluntad y decirle lo que ha de hacer. Nadie. Ni la Familia. Y, menos que nadie, el Estado o la Iglesia.

Lo que sí pueden y deben hacer esas instituciones es crear las condiciones para que ninguna mujer tenga que abortar. Si a pesar de estar creadas llega el caso, la mujer tiene derecho a interrumpir el embarazo con plenas garantías sanitarias y jurídicas para ella y los médicos que practiquen la operación. Una situación indeseada en ambos. Por eso resulta insoportable oír hablar de «asesinato» a tantos guardianes de las vidas ajenas como han surgido estos días, en relación con el informe de los expertos que dará lugar a una nueva ley sobre la interrupción del embarazo.

Si hay «asesinato» hay asesino. Sólo puede ser la mujer o el profesional que la atiende en tan amarga hora. O ambos ¿debe entonces el Estado mandarlos a la cárcel y la Iglesia al infierno? Sin embargo, esa es la lógica de esos esforzados defensores de la vida humana, más bien silenciosos cuando se trata de las vidas que se lleva la guerra, el hambre o las pateras. Hablan de «agresión mortal a un inocente indefenso», pero no se les oye ni media palabra sobre los niños inocentes e indefensos que mueren en los bombardeos de Gaza.

La nueva ley que prepara el Gobierno Zapatero, inspirada en las indicaciones de la OMS (Organización Mundial de la Salud) y en las legislaciones vigentes en la Unión Europea, ha sido recibida por sus detractores como una ampliación de los márgenes de impunidad vigentes en la ley de 1985. Se basan en el hecho de que se admite el aborto libre durante las primeras 14 semanas de gestación y con indicaciones hasta las 22 (malformación del feto y peligro para la madre, básicamente).

Otros, sin embargo, creemos que la nueva regulación (un borrador, pues todavía no es ni anteproyecto) reforzará la autonomía de la mujer. Como dueña de su vida y de su cuerpo, como todo ser humano, tiene todo el derecho a ser madre. Nadie se lo recorta. Y todo el derecho a no serlo ¿Es de mejor condición el Estado, o la Iglesia, para suplantar a la mujer que no quiere ser madre en un momento determinado de su vida?

Nadie es partidario del aborto. Pero no va a dejar de ocurrir. No se puede prohibir por decreto. Por tanto, tenemos el deber de exigir de los poderes públicos los medios preventivos y la asistencia posterior. Y los poderes públicos tienen la obligación de regularlo para reducir las causas y los efectos de este problema social. En esas estamos.

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