Francisco Muro de Iscar – Garmendia, Garzón y la seguridad.


MADRID, 10 (OTR/PRESS)

Nos tienen que salvar y lo hacen. Es una tendencia cada vez más frecuente en la política y en la vida social. Gobiernos y gobernantes que piensan y deciden por nosotros, jueces que se niegan a ser juzgados y ciudadanos bajo control de no se quién por no se sabe qué. Me explico. La ministra Garmendia -que tiene un lío muy gordo con las Universidades, los universitarios y el proceso de Bolonia porque no han sabido explicar qué van a hacer y por qué-, acaba de cerrar el debate sobre la energía nuclear siguiendo al profeta Zapatero: «la energía nuclear hoy no es una apuesta recomendable para España porque no está resuelto el tema de los residuos nucleares». Y punto final. ¿Son seguras las centrales nucleares? Lo son, añade la ministra, pero «pueden tener sus accidentes». Los suyos, claro, no van a ser los de la industria del automóvil. Y termina apostando por las renovables donde «tenemos un talento científico excepcional (sic)» y una base de pymes y grandes empresas «que es absolutamente líder en el mundo».

Es todo de una frivolidad absoluta si no fuera porque se trata de un tema muy serio. La energía nuclear no es «recomendable para España» y sí para Francia, que lleva en esa apuesta varias décadas y que nos la vende, o para Italia, Reino Unido, Alemania y otros países que han cambiado su política y apuestan a fondo por lo nuclear. Debe ser por ignorancia. El promotor de la moratoria nuclear en España, su compañero de partido Felipe González, debe estar loco cuando afirma ahora que hay que volver a potenciar la energía nuclear. Y teníamos empresa líderes en el mundo en el sector nuclear que tuvieron que emigrar o reconvertirse hace un par de décadas. La ministra, una de las más solventes del Gobierno, ha despachado el «tema» de un carpetazo. No hay más que hablar.

Lo mismo sucede con Garzón. El juez que ha puesto en la picota a políticos por un supuesto regalo de unos trajes, se ha embolsado 160.000 euros por unas conferencias en Estados Unidos, y ha aceptado que le paguen la matrícula a una hija suya en una Universidad de Estados Unidos. Todo ello mientras cobraba un sueldo público como juez mientras disfrutaba de un año sabático. Lo que le pasa todos los días «a cualquier ciudadano». Yo no se si ha ocultado o no información, aunque al Tribunal Supremo le parece que sí. Todo indica que le han pillado haciendo algo que no puede hacer, pero, aunque trate de justificarlo, algo que no debió hacer. En su defensa alega que cobró «una cantidad muy inferior a la que cobran los profesores universitarios estadounidenses». Pobre juez.

Un ciudadano austriaco tuvo problemas en 2005 para embarcar en un avión porque llevaba unas raquetas de tenis, artículos supuestamente prohibidos, y a un funcionario no le gustó. Aunque le dejaron embarcar con ellas, posteriormente le ordenaron abandonar la aeronave y quedarse en tierra. Tres años después ha ganado el caso. Lo dicho, piensan por nosotros, deciden por nosotros y se juzgan, y se absuelven, ellos solos.

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