José Cavero – El otro cazador, también cazado.


MADRID, 10 (OTR/PRESS)

A simple vista, y a la espera de las pertinentes explicaciones y justificaciones, el segundo de los conflictivos cazadores de Jaén, Baltasar Garzón, también ha podido caer en alguna trampa mortal. Así como el ex ministro Bermejo se vio en la necesidad de cesar en su cargo no tanto por la huelga de jueces, ni siquiera de su cacería inoportuna con Garzón, sino por haber cazado sin licencia para hacerlo en Andalucía, del mismo modo, a Garzón se le persigue ahora por, presuntamente, no haber declarado los ingresos que obtuvo durante su estancia en los Estados Unidos, dando clases. El Supremo ha archivado una querella contra el juez por esta causa, pero la envía al Consejo del Poder Judicial por si hubiera cometido infracción.

Desde luego, bien podría deducirse que jamás hubo dos «vigilantes más vigilados», o dos presas de caza tan buscadas allí donde pudieran esconderse. Resulta que a Garzón lo están vigilando desde hace tiempo un número espectacular de enemigos, deseosos de encontrarle algún desliz en su ajetreada vida de juez, instructor, profesor, conferenciante, autor y hasta candidato a presidir la Audiencia Nacional. Ahora se ha descubierto que Garzón habría ocultado al Consejo del Poder Judicial unos ingresos estimados en 160.000 dólares -algunos elevan la cifra hasta los 203.000- que fueron su retribución durante su licencia de estudios en Nueva York mientras mantenía su salario de magistrado. Y claro, esas minucias en quien viene persiguiendo a aforados del PP, como es el caso de Francisco Camps, presidente de la Comunidad Valenciana, por presuntamente, haber recibido el obsequio de unos trajes valorados en 30.000 euros clama al cielo de las injusticias que chirrían…

De manera que el auto del Supremo ha servido para que nuevamente el PP, y no sólo el partido a título institucional y en la persona de sus máximos dirigentes, también muchos otros ciudadanos a título personal, hayan puesto en la picota al juez para añadirle una razón más para su descrédito profundo. Federico Trillo, que sabe de lo que es una persecución periodística por algunas de sus «aventuras» en el Ministerio de Defensa -particularmente el terrible accidente del Yak y sus circunstancias, pero también la invasión de la isla de Perejil-, ha sido el encargado de hablar de «cazador cazado, que se inhabilita a sí mismo por su conducta». A Trillo también le correspondió el ataque sin cuartel a Bermejo, hasta que obtuvo su carta de dimisión. Es muy probable que ahora busque lo mismo del otro cazador… Trillo ha sido muy explicativo, en esta ocasión: «Se le ha acabado el cuento de las dos varas de medir bajo la toga, una para sí mismo y otra para exigirle a los demás», para concluir que «en democracia ningún poder es inmune». O impune…

El magistrado estima que sus declaraciones sobre actividades y pagos recibidos en Estados Unidos -pagos de viajes y alojamiento para él y su hija- fueron correctas y sobre las cuales informó en su día al Consejo del Poder Judicial. Si la falta de Garzón se considerara ahora muy grave podría verse separado de su destino e, incluso, expulsado de la carrera judicial.

Entre tanto, y mientras las partes del sumario con aforados madrileños y valencianos llegan a los correspondientes tribunales superiores de Justicia, el juez sigue su propia investigación del Caso Gürtel-Correa. El alcalde de Boadilla, que hace unos pocos días se negaba a declarar ante Garzón, hasta saber quién sería su juez, ahora habrá sabido que, por orden de Garzón, se ha recabado nueva documentación del ayuntamiento de la referida localidad sobre la Empresa Municipal del Suelo y la Vivienda y algún concreto contrato de adjudicación y sus eventuales comisiones al margen de la ley.

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