Rosa Villacastín – El Abanico – La medalla de la polémica.


MADRID, 12 (OTR/PRESS)

No me imagino a Clint Eastwood devolviendo su Oscar porque se lo hayan dado a Bardem o a cualquier recién llegado a la meca del cine, de verdad que no me lo imagino, porque aunque Hollywood sea el lugar donde más vanidosos hay por metro cuadro del mundo, ahí sí respetan a quienes logran destacar en una industria que, como en el toreo, se cobra vidas, reputaciones y sueños.

Que Morante de la Puebla ponga en tela de juicio el prestigio profesional de Francisco Rivera Ordóñez está mal, pero es una opinión que hay que respetar, ya que gustar a todos es prácticamente imposible. Ahora bien, que José Tomás y Paco Camino anuncien a bombo y platillo que van a devolver al ministro de Cultura las Medallas de las Bellas Artes que les fueron concedidas en su día, porque no están de acuerdo con la que le han concedido a Francisco demuestra su poco estilo, su falta de compañerismo y, por qué no decirlo, las ganas de polémica que tiene el de Galapagar.

Fue el año pasado cuando cuestionó la categoría de Enrique Ponce, un torero que tampoco es de su agrado, quizá porque José Tomás tiene un problema, un problema grave: sólo se rodea de un reducido grupo de amigos, algunos de ellos intelectuales y escritores, que le cantan de la mañana a la noche las excelencias de su arte, lo estupendo que es, lo estético que resulta verle tendido en el ruedo, medio moribundo, mientras que el público brama de emoción ante la gesta de un hombre que no le teme a la muerte, es más, que parece que buscase la muerte en cada corrida, con cada toro, en cada suerte.

Comparar a Francisco con José Tomás es como comparar a Javier Bardem con Antonio Banderas, siendo como son tan distintos, aunque nadie podrá negar que ambos son buenos actores, con carreras diferentes, pero buenos en los suyo. Francisco lleva el toreo en la sangre por generaciones y generaciones, mientras que a José Tomás el gusanillo se lo metió su abuelo, llevándole a las plazas para que se aficionara a un arte que merece no una sino muchas medallas. Si lo que le impide a José Tomás ser respetuoso y generoso con quienes como los Rivera Ordóñez ya eran famosos antes de nacer, son las dificultades que pasó para llegar donde está. Es indudable que es una enfermedad que debería hacérsela analizar por un especialista. Si algo hermoso tienen los toros es que siendo una profesión en la que la rivalidad juega un papel importante, nada impide a los toreros que compiten correr para salvar al compañero, cuando este se encuentra en una situación comprometida, aún a sabiendas de que eso puede costarles la vida.

En cuanto a Paco Camino me sorprende su actitud, teniendo en cuenta los años que lleva alejado de los toros y lo respetuoso que ha sido siempre con sus compañeros de profesión, tanto con los jóvenes como con los maduros. Quiero imaginar que sus razones son diferentes a las de José Tomas, ya que nada tiene que ganar con una actitud que pone de manifiesto algo que sabemos pero que es triste comprobar: la envidia sigue siendo el deporte nacional en nuestro país.

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