Fernando Jáuregui – No te va a gustar – «¡Corrupto, corrupta!».


MADRID, 16 (OTR/PRESS)

Los españoles somos, me parece, gentes de natural pacífico, a los que la guerra gusta poco. Más bien, todo lo contrario: todo lo dejamos pasar con tal de que no haya líos. Eso sí: cuando el río se desborda, es capaz de anegarlo todo, ahogando a justo y pecadores. Ahora andamos todos buscando con el fanal de Diógenes a los culpables de corrupción, y en el mismo saco metemos al recalificador de pueblos enteros, a quien va apestando la tierra cubriéndola con hormigón armado, que a quien presuntamente recibió un traje o dos -baratos- acaso como pago en especies por algún favor recibido. Acaso, digo. Lo mismo culpamos al golfo que recibía todo tipo de «comisiones» que a la señora que ya por entonces ni siquiera era su pareja de hecho o de derecho.

«Corrupto» o «corrupta» son dardos arrojadizos comunes en estos días de escasa reflexión y demasiada pasión. Me alegra tanto afán por moralizar la vida pública de políticos, jueces, constructores o funcionarios públicos. Pero me escama que la etiqueta de culpable (presunto, insisto) de corrupción se le coloque al primero que pasaba por ahí y que haya poderosos, verdaderos poderosos, cuyas hazañas van mucho más allá de un traje de Milano, que ellos desdeñarían como poco valioso -y encima aún ni sabemos con qué dinero se compró-, que siempre salen de rositas. Claro, como no se mezclan -que se pueda percibir públicamente_ en política…

Me parece que hay quienes, al amparo de la persecución de los corruptos, tratan de montar auténticas operaciones políticas. Y lo digo refiriéndome a todos los bandos posibles e imaginables. No quisiera que los auténticos corrompidos y corruptores, los que abusan de su situación de poder para obtener beneficios de quienes los otorgan con fondos públicos -partidos, alcaldes, responsables autonómicos_ puedan irse tan tranquilos, amparados en el marasmo general. Y ni es lo mismo Valencia, en términos generales, que Madrid, ni es igual que te acusen simplemente por haber estado casada con el golfo que ser el golfo (presunto, claro) mismo.

Y no, no estoy defendiendo ni a los valencianos para acusar a los madrileños ni a la ex señora de simplemente por el hecho de serlo. No; yo en esto no pongo ninguna mano en ningún fuego de esos que los justicieros encienden para que se quemen todos menos ellos. Solamente quiero que los que se abrasen sean los que de verdad lo merezcan, ocupen el cargo que ocupen en el partido que sea, ya se trate de empresarios, banqueros, políticos, jueces…o periodistas, que algunos también quieren hacer su agosto en este marzo fallero de cremás y muñecos satíricos. Menudo país estamos fabricando entre todos.

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