Agustín Jiménez – Ese sastre.


MADRID, 17 (OTR/PRESS)

Mientras se descosen todas las costuras de la economía, la política española, la única que importa, está en vilo, pendiente de un sastre. «Ese sastre», ha precisado Federico Trillo con su boca veraz.

Al no haber sido beneficiado con una mente como la de Trillo, el presidente Obama se preocupa por cosas rastreras. Lanza planes a voleo, pretende hurtarles beneficios bien ganados a los directivos de AIG, ha aprobado medidas desabortivas a propósito de las células madre (por «Zapatero planetario» lo tienen en Italia), se enamora de Lula, otro que tal baila y que prometió acabar con la pobreza, y riñe a los europeos que ni pueden (caso de Francia, exhausta) ni quieren (caso de Alemania, a lo suyo) ni cuentan (caso de España) hacer más.

Los que comentaban que la política americana había iniciado una nueva era harían bien en observar que el esquema de poder sigue siendo el mismo. Estados Unidos ordena, Inglaterra dice que sí, otros refunfuñan un rato mientras buscan su destino universal en lo particular pero luego se pliegan, regresan al operativo de la OTAN (Francia, otra vez), proclaman de nuevo la amistad trasatlántica (España). Los pantalones siguen descosiéndose.

Donde el cambio sí es visible es en el descontrol que va ganando las colonias, ensimismadas como están las metrópolis en sus cuitas caseras. De nuevo, Francia se lleva la palma. Sus súbditos del Caribe (Guadalupe, Martinica) se le están insubordinando. Agostado el pensamiento cubano, la izquierda (Besancenot, el político más en alza de Europa) arenga a los sindicatos de aquí a imitar la determinación de los ultramarinos. En la antigua colonia de Madagascar prosigue la incógnita. San Vicente de Paúl, otro francés, elogiaba la delicadeza de los antiguos malgaches que, por castidad, preferían ofrecer sus mujeres a los blancos para no tener que practicar ellos mismos los bajos menesteres de la carne. En el resto de Africa hay algunas dificultades, pero ninguna insalvable para el Papa, que emprende una turné en el continente de ahí abajo para evitar leer las memorias teológicas de Hans Küng, no excomulgar a nadie más de momento y regalar a los pobres indígenas con su metafísica del condón.

Tras la ruina de los centros de decisión económicos, se van a pique los emporios religiosos. ¿Qué hacer? Sólo lo sabe Rajoy. Lástima que él y todo su personal estén enfrascados en buscar las facturas del sastre. «Ese sastre» está siendo de gran ayuda para nuestro conocimiento sobre el devenir. Es él quien nos ha ilustrado sobre la talla escasa de Trillo -cada vez hay que arreglarle las mangas-, lo peripuesto de Camps: cada vez había que ajustarle trabillas para que sus piernas parecieran más estiradas, más determinadas. Camps -reflexiona Trillo- paga al contado. Otros -empozoña el sastre- sólo saben pagar con billetes de 500, esos para los que los comercios no suelen tener cambio.

Solbes propone que paguemos dos mil y pico millones al Fondo Monetario Internacional. ¿Para los directivos de AIG?, ¿para el partido de Trillo?, ¿para los dictadores de las colonias? ¿para subvencionar los condones que encarece Benedicto?, ¿para financiar los viajes remotos de Garzón?, ¿para hinchar las facturas del sastre en el sótano? La globalidad es lo que tiene.

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