José Cavero – Los linces de la Iglesia.


MADRID, 17 (OTR/PRESS)

Los obispos reclaman una masiva movilización contra la reforma que impulsa el Gobierno para rebajar las condiciones para el aborto. Ya se sabe, en el congreso de los socialistas se decidió mejorar la ley del aborto para hacerla más fácil en su aplicación, con más defensa y seguridad jurídica para las clínicas y los médicos abortistas, en los últimos tiempos objeto de críticas y denuncias.

Con este fin, el Gobierno puso en marcha una comisión de expertos que debatió las líneas maestras de la que debiera ser la nueva ley, mucho más alineada con las que están funcionando en la mayor parte de los países europeos. Una ley llamada de plazos, en la que hay un cambio sensacional en la consideración del aborto y quienes lo practican. Si hasta ahora era un delito incluido en el Código Penal, y sobre el que se reconocían determinadas circunstancias «atenuantes», en adelante se pretende que el aborto sea un derecho al que puedan acogerse las mujeres que lo deseen, incluidas las que ya cumplan 16 años y sin necesidad de consentimiento paterno.

En todo caso, se trataría de evitar que la mujer que abortase pudiera ser materia penal o penalizable… Es decir, se olvidarán los tres supuestos que han estado vigentes con la ley actual para poder proceder al aborto en clínicas privadas. Y, además, al pasar a ser un derecho, las abortistas podrían acudir a centros del Servicio Nacional de Salud con total garantía. «Como en Europa», según explican las feministas convencidas de la conveniencia de la futura ley.

Pues bien, y como era de esperar, a medida que ha ido avanzando este propósito de modificar la ley de interrupción del embarazo y cuando todavía no existe un proyecto de ley que pueda ser discutido en las cámaras legislativas, los opositores se vienen moviendo: tanto las asociaciones provida, como grupos de expertos, intelectuales y científicos, a quienes la ley parece «excesiva», un coladero legal y una facilidad incrementada para que algunos hagan negocio con las más de cien mil mujeres que cada año acuden a clínicas donde se produce el aborto voluntario…

A ese movimiento contrario, acaba de sumarse, como era predecible, la Conferencia Episcopal, con una campaña que ha presentado el portavoz Martínez Camino y que no deja de resultar llamativa. Los obispos comparan la protección de la que son objeto los linces históricos, en riesgo de extinción, y los bebés en fase embrionaria. «Protege mi vida», se hace decir a un niño, que aparece en los carteles al lado de un lince protegido.

Con esta campaña, se interpreta que la Conferencia Episcopal vuelve a una cierta guerra contra el Gobierno socialista, después de una cierta paz. Martínez Camino no ha dudado en recordar la doctrina tradicional de la Iglesia: «Quitar la vida a una persona es el atentado mayor que se puede cometer», explicó. «Está muy bien que se ampare a los animales en peligro de extinción, pero esta mayor sensibilidad hacia la biosfera nos debe hacer reflexionar acerca de la necesidad de proteger más a los seres humanos que van a nacer».

Los obispos, y la Iglesia católica, entienden y argumentan que el aborto es un crimen horrendo, del que el Estado se hace cómplice al legalizarlo. Recuerdan que maltratar a un animal acarrea cárcel, pero que el aborto será libre hasta los tres meses. Los obispos quieren que su lucha se extienda a la permisividad social que acepta sin inmutarse la eliminación de un ser antes de nacer, y de ahí esta anunciada movilización que da comienzo con los carteles de niños y linces ibéricos… 1.300 vallas publicitarias, 30.000 carteles y ocho millones de folletos recordarán la doctrina de la Iglesia contra el aborto o a favor del derecho a la vida de los concebidos desde el primer momento de su concepción.

No será la primera vez: la Conferencia Episcopal ya empleó carteles y vallas para comparar el aborto con la inquisición y con los campos de exterminio nazi en 1998, cuando se votó en el Congreso una fallida ampliación de la controvertida ley… Esta vez, los obispos se centran exclusivamente en el aborto, sin reparar en el matrimonio homosexual, la clonación terapéutica o la investigación con células madre, todo ello reunido en el epígrafe de «cultura de la muerte».

CONTRIBUYE CON PERIODISTA DIGITAL

QUEREMOS SEGUIR SIENDO UN MEDIO DE COMUNICACIÓN LIBRE

Buscamos personas comprometidas que nos apoyen

COLABORA

Lo más leído