MADRID, 18 (OTR/PRESS)
Mientras ponen querellas sin parar al juez Garzón, que sigue inmutable interrogando día sí y día también a altos cargos del PP, Rajoy dejó caer ayer en el Congreso una frase que sonó como una clara amenaza de moción de censura.
«Así no aguanta Vd. ni medio año» le advirtió desde su escaño. En lo que fue interpretado como una fecha, tras las elecciones europeas de junio en las que el PP pretende revalidar sus buenos resultados de Galicia y País Vasco, para una posible moción de censura dada la soledad del Ejecutivo de Zapatero en la Cámara.
Minutos antes, el portavoz de ERC y socio del Gobierno en Cataluña, ya le había metido el dedo en el ojo al presidente del Gobierno con una frase tan gráfica como: «se encuentra en el extremo de un tablón a punto de caer a un océano plagado de tiburones». Por no hablar de la animadversión del PNV que cada jornada parlamentaria eleva el listón de sus críticas.
En semejante trance de soledad y con una perspectiva económica que, a juicio del premio Nóbel Krugman, va a hacer pasar por situaciones «muy dolorosas» a la ciudadanía, los juegos malabares para buscar alianzas puntuales que permitan sacar adelante las reformas legislativas que quiere Zapatero se antojan casi imposibles. No parece, además, que el portavoz José Antonio Alonso sea la persona más adecuada para lograr consensos con la oposición.
Aún así, resulta sorprendente que el envenenado éxito en las elecciones en el País Vasco y la derrota en Galicia (absolutamente esperada dadas las broncas internas del bipartito que convertían en ineficaz cualquier gestión de la Xunta), el PSOE y el propio Zapatero estén dando esta imagen de desplome. Por el contrario el Partido Popular, cercado por la Justicia, con muchos de sus altos cargos implicados en una trama de corrupción y sobornos que afecta a la etapa e Aznar y la Comunidad de Madrid y Valencia, han conseguido dar la vuelta a la tortilla. Son los triunfadores del momento, los trajes de Camps, los viajes a Sudáfrica de Ignacio González y demás minucias, se pagan con dinero de bolsillo y el juez que investiga el caso acaba denunciado.
Los afines a Rajoy, que reconocen haber sido espiados por la Comunidad de Madrid, se han salvado de una denuncia porque son del mismo partido y hubiera sido un escándalo contraproducente, porque si no ya tendrían una querella encima. A Génova le está saliendo muy bien la estrategia de amedrantamiento.
