José Cavero – Nos vamos de Kosovo.


MADRID, 20 (OTR/PRESS)

Con una cierta emoción, que inmediatamente trató de corregir en su voz, la ministra Carme Chacón viajó este jueves a Kosovo y anunció a los soldados españoles en aquel destacamento: «Ha terminado nuestra misión, enhorabuena, nos volvemos a casa, nos vamos de Kosovo». Y con este mensaje escueto, la ministra, según hemos sabido posteriormente, ha cerrado unilateralmente toda una década de presencia española en el lugar, en el que en los últimos años España ha permanecido especialmente incómoda: se produjo la independencia del país contra la opinión española, por virtud del patrocinio que George Bush dio a aquella iniciativa independendista.

Y, probablemente, de ahí arranca también el hecho de que España no haya querido consultar con nadie y haya decidido por su propia cuenta irse de Kosovo, anunciándolo con sólo 24 horas al secretario general de la Alianza, Jaap de Hoop, «ante la sorpresa de la OTAN», como destaca un diario, o «sin negociarlo con la OTAN», o irritando a la OTAN», según otros dos medios informativos. Porque la esencia de la información ha sido doble: la retirada misma, que se producirá en los seis meses siguientes, y el enfado de los mandos de la OTAN, a los que no complace esa salida cuando entiende que «no se dan las condiciones para el repliegue».

Pero cabe insistir: tampoco se contó con nuestro país cuando se decidió la independencia del antiguo territorio. Al Gobierno español le pareció inadecuada e inconveniente aquella declaración de independencia, y desde entonces la colaboración de las tropas españolas se mantuvo, pero a desgana y esperando la oportunidad para el adiós.

Es muy probable que una parte sustancial de esas tropas que van a quedar libres en Kosovo, 620 militares españoles, vayan a engrosar la presencia española en otros puntos «calientes», particularmente en Afganistán, atendiendo a la sugerencia de Obama, pero tampoco hay duda alguna en que la retirada de Kosovo suscitará algún debate en el Congreso de los Diputados, con explicaciones de Chacón y, probablemente, de Zapatero.

Los populares insistirán en el modo de actuar del Gobierno español, por libre y a su aire, sin tener en consideración a los mandos de la Organización Atlántica, y el Gobierno español argumentará que ya se había cumplido la misión, y que una década de presencia en aquel lugar era ya tiempo suficiente. Es lo que deben tener esas misiones internacionales: posibilidad cierta de que no serán «eternas» ni se prolongarán más allá de lo razonable.

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