Fernando Jáuregui – Siete días trepidantes – Montesquieu, en España, se haría periodista


MADRID, 21 (OTR/PRESS)

OBAMA SE ENFADA CON CHACON

Tengo para mí que en círculos de la oposición no están demasiado pesarosos con esos titulares que hablan del «enfado de Obama» ante la decisión unilateral española de retirar las tropas de Kosovo. Los aliados reprochan al Gobierno de Zapatero no tanto la retirada de las tropas en sí, cuanto la forma abrupta de hacerlo por parte de la ministra Chacón, que fue aterrizar y soltarlo a los chicos de la prensa.

La posición española en Kosovo hacía, no obstante, inevitable la marcha de nuestros soldados de una zona que Estados Unidos ha querido convertir en un país para tener un enclave en los Balcanes. Desde ese punto de vista, la decisión de Zapatero-Chacón es pura coherencia. La forma de hacerlo en el seno de la OTAN ha sido, no obstante, inexperta. Y con los Estados Unidos de Obama hay que tener cuidados especiales, pero tampoco hay por qué consultarle acerca de las decisiones que competen a la soberanía española.

Sin embargo, hay algo que el Partido Popular, en su regocijo por el tropezón internacional del Gobierno socialista, apenas ha denunciado, sin duda por falta de tiempo entre los goces del «puente» festivo y el ruido de las tracas de las fallas: se ha despreciado la soberanía parlamentaria. El Gobierno, a iniciativa propia, prometió y se comprometió a consultar sus pasos en materia de envío de soldados al extranjero al control parlamentario. En este caso, no hubiese habido el menor obstáculo para la marcha de las tropas de nuestro país en Kosovo, porque el propio PP lo había exigido hace no demasiado tiempo.

Pero no se ha notificado nada al sesteante Parlamento en el que apenas quedan proyectos de ley de cierta entidad que discutir y cuyos únicos momentos de gloria tienen lugar los miércoles, con la pirotecnia brevísima, e inocua, de la sesión de control al Ejecutivo. Sí, lo cierto es que el poder Legislativo no pasa por sus momentos más brillantes precisamente. Ni se le consultó sobre Kosovo, ni se le consultará, temo, sobre la muy probable marcha de más soldados a Afganistán. Ni tampoco parece que a Sus Señorías les importe demasiado.

ZAPATERO PRERARA VIAJES

Sabido es que los mandatarios políticos de todo el mundo encuentran refugio y alivio en los viajes, oficiales o no, al extranjero. Dicen que Zapatero, tras una larga etapa inicial de azoramiento, se va sintiendo más cómodo en las «cumbres» europeas y en los encuentros bilaterales con sus colegas de todo el planeta. Ahora, prepara con especial cuidado su próxima comparecencia a la reunión del G-20, en cuya mesa ha logrado, la verdad es que por méritos propios, sentarse.

Pero, claro, en casa las aguas bajan revueltas. El Ejecutivo, es decir, el Gobierno, parece que no despliega la velocidad de crucero que se esperaría de un elenco ministerial bien engrasado, bien coordinado e ilusionado. Hay media docena de ministros que siguen siendo unos absolutos desconocidos para los ciudadanos. La estrategia ante la crisis económica es evanescente, con demasiadas aristas. No hay una línea bien trazada en lo que respecta a la financiación catalana. Los socialistas corren el riesgo constante de quedarse solos en el Congreso de los Diputados. Y circulan encuestas que muestran que los españoles creen que es imprescindible hacer cambios ya y a fondo en el Gobierno.

Así que el Ejecutivo tampoco vive momentos especialmente brillantes, que digamos; solamente la perspectiva, que se concretará dentro de tres semanas, de que el País Vasco experimente un cambio de signo positivo -y es cierto que el propio Zapatero rechazó cualquier acuerdo de gobierno con el PNV, favoreciendo un acercamiento al PP- alegra algo las perspectivas de un gobierno alicaído.

¿UNA SANCION PARA GARZON?

Si el legislativo y el Ejecutivo están como están, ¿qué decir del judicial? ¿Sancionará el Consejo que preside Carlos Dívar al magistrado Garzón? ¿Se renovará algún día ese Tribunal Constitucional cuyo tiempo de mandato se ha excedido ya en casi dos años, que se dice pronto? ¿Logrará el nuevo ministro Caamaño frenar la huelga de jueces prevista para junio?

De los tres poderes clásicos de Montesquieu, acaso el que se encuentre en peor situación, a ojos de la ciudadanía, es el judicial. En cuyas manos han quedado algunos de los temas relacionados con la investigación de las presuntas corrupciones y malas prácticas que se van registrando en la vida política española. Especialmente desde que el Partido Popular, en lo que estimo una decisión errónea, decidió cerrar definitivamente su comisión de investigación interna, dando por bueno el increíble veredicto de la Asamblea madrileña, que, contra toda evidencia, sentenció que no ha habido espionaje contra miembros del PP.

Si no ha habido espionaje, ¿tampoco habrá habido corrupción, o es que todo lo que había se ha saneado ya? Y me pregunto y le pregunto a usted: ¿cree que se hará la luz, toda la luz, gracias a las instrucciones judiciales? A ver si el cuarto poder, no avizorado por Montesquieu y que en estos días tampoco puede decirse que transite por sus mejores momentos, es el que, cada uno desde su trinchera -que esa es otra-, acaba dando la talla. Porque, por lo que a los otros tres respecta, me parece que, si Montesquieu levantara a cabeza, acabaría haciéndose periodista.

FERNANDO JAUREGUI

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