Carmen Tomás – El chocolate del loro.


MADRID, 24 (OTR/PRESS)

Asistimos según economistas y expertos de toda condición a la crisis más grave y profunda. Los parados y los cierres de empresas se cuentan por miles. Es evidente que el Gobierno no está haciendo todo lo que debe, ni siquiera se acerca al diagnóstico; menos a administrar la adecuada terapia. En estas circunstancias, como se empeñan algunos, no es de recibo minimizar el despilfarro de dinero público al que desde hace meses, por ser generosa, venimos asistiendo.

El dinero público sí es de alguien, al contrario de lo que dijo un día la ex ministra de Cultura. El dinero público es nuestro, de los ciudadanos y procede de nuestros impuestos. Así que es relevante y nos importa mucho qué se hace con él. No digo ya nada si lo que se hace con él es malgastarlo como desgraciadamente se está haciendo desde el Gobierno, desde las comunidades autónomas y desde los ayuntamientos.

El despilfarro nunca es justificable, pero en tiempos de crisis es una obscenidad. Esta especie de ataque compulsivo de cambiar despachos, tunear coches, comprar mesas o sillas, encargar informes absurdos y en algunos casos inexistentes debe ser denunciado y eliminado. Es indecente que ya se estén recortando partidas de gasto social, ese que preocupa y ocupa tanto a Zapatero, mientras sus ministros gastan dinero a espuertas o lo reparten en asociaciones afines.

Son muchos miles de euros, que algunos quieren hacer ver que son el chocolate del loro, que son cantidades irrelevantes, cuando cientos de miles de personas no tienen ni para comer, ni ningún tipo de ayuda pública. No es demagogia es sencillamente una indecencia sobre la que se deberían dar muchas explicaciones. Y, por supuesto, los ciudadanos deben tomar buena nota y hacer pagar a los despilfarradores. Ya lo han hecho en Galicia, pero a algunos miembros del Gobierno como la ministra de Fomento que ha gastado más de 700.000 euros en reformar su ministerio, parece no haberle llegado el mensaje.

Claro que no son cantidades que vayan a sacarnos de la crisis, ni reducirían el gasto público hasta enderezarlo, pero sería lo decente y contribuiría a mejorar la imagen de los políticos tan deteriorada en los últimos tiempos y a dar ejemplo de austeridad algo que muchos españoles tienen que hacer ahora por obligación de la crisis.

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