Fernando Jáuregui – No te va a gustar – ZP, entre la moción de censura o el «gran acuerdo».


MADRID, 24 (OTR/PRESS)

Algo tiene que ocurrir. Las cosas no pueden quedar así tras el lamentable episodio del anuncio de la retirada de las tropas españolas en Kosovo. La ministra de Defensa, y su jefe, José Luis Rodríguez Zapatero, sin duda enterado de los planes precipitados de Carme Chacón, olvidaron demasiadas cosas a la hora de proclamar «urbi et orbe» que los soldados españoles se retiran de un país con el que no mantenemos relaciones.

Olvidaron comunicárselo a los aliados de la OTAN, en general, y a los Estados Unidos -muy empeñado en la creación de Kosovo como estado independiente_ en particular; olvidaron consultar al Parlamento, contra el compromiso que el propio Gobierno socialista había contraído; olvidaron decírselo a la oposición. Y olvidaron contárselo al propio Gobierno, de manera especial al titular de Exteriores, Miguel Angel Moratinos, cada vez más confinado a ejercer la diplomacia en apartados rincones del planeta, mientras las cuestiones delicadas las realiza el secretario general de la Presidencia, Bernardino León. A quien tampoco se le había dicho nada de lo de Kosovo, pese a que estaba de viaje hacia Washington, para preparar el próximo encuentro entre Zapatero y Obama, en la «cumbre» del G-20 y en los días posteriores en Estrasburgo, Praga y Estambul.

Una chapuza en el peor momento, en suma. Una chapuza que ocurrió durante el «puente» de San José, las fallas, el inicio de la primavera* No resulta extraño el caos vacacional en los servicios de comunicación de la Presidencia, de Defensa, de Exteriores. Ni el «despiste» de la oposición, que no muchas semanas antes había exigido al Gobierno la inmediata retirada de Kosovo, pero que no perdió un minuto en criticar las formas de Chacón, que anunció la retirada «in situ», al llegar a la base española en aquel país, sin encomendarse ni a Dios ni al diablo, aunque sí a ZP. Pero, claro, la crítica de los portavoces del PP tenía menos fuerza moral que la de los medios, convertidos nuevamente en el cuarto poder preeminente ante la quiebra de los otros tres.

Cierto que Moratinos, en un nuevo alarde de lealtad, salió al quite -pero cuatro días después_ desde Corea, para asegurar que la decisión había sido tomada por el Ejecutivo en pleno, un Ejecutivo que está «como una piña» de unido. Eso agregó Carme Chacón, forzada, por primera vez desde que es titular de Defensa, a enfrentarse a una breve rueda de prensa en Rota para tratar de aclarar los malentendidos que, durante noventa y seis horas, de jueves a lunes, se habían producido gracias a filtraciones interesadas de unos portavoces oficiosos, que contradecían filtraciones de sentido contrario procedentes de otros portavoces. Lo dicho: un caos.

Así, Bernardino León, que fue el único que dio la cara durante el «puente», decía que de retirada, nada. Pero luego, Chacón mantuvo lo dicho: las tropas españolas no pintan nada en un país al que España, por razones por cierto muy legítimas, no reconoce. Y se marcharán antes del verano. Con este bagaje la ministra afronta este jueves la entrevista con los dirigentes de la OTAN, que hicieron oír, y bien alto, su descontento con una decisión española que desde Exteriores se había dicho que no iba a producirse, al menos de manera inminente.

Dicen que algunos colaboradores sugirieron a Moratinos que debía dimitir a la vista del bofetón político que le habían dado desde La Moncloa, pero las fuentes oficiales de la diplomacia española lo desmintieron y, de hecho, el titular de Exteriores se mantuvo firme en el timón que le dejan llevar.

Espectáculo de descoordinación en el Gobierno, entre el Gobierno -o parte de él_ y La Moncloa, silencio pertinaz de Zapatero, que afronta como puede la sesión de control parlamentario, cada semana más complicada, más difícil. Y tormenta de ideas en el Partido Popular, donde, en medio de la cierta confusión generada por el estallido de casos aislados de corrupción, algunas voces llegan a considerar la hipótesis de una moción de censura contra el gabinete de ZP.

Es obvio que, ante una crisis económica que apenas ofrece buena noticia alguna, ante la práctica desaparición de muchos ministros, ante una soledad parlamentaria que le va a impedir hacer aprobar algunos proyectos de ley importantes, Zapatero no puede soñar con cumplir sus planes: prolongar sus «tempos» de decisión hasta junio o julio, después de las elecciones europeas -que esa es otra_ y tras un debate sobre el estado de la Nación que está demasiado lejano como para poder decir que el Parlamento está cumpliendo su función. Al presidente le quedan unas brevísimas vacaciones de Semana Santa, tras el cuarto de hora de cierto protagonismo en el encuentro del G-20 -hay que reconocerle el mérito de haberse «colado» en el selecto grupo-, para imaginar qué conejos saca de la chistera.

¿Crisis de Gobierno? Es evidente que no sólo se trata de un cambio de caras, sino también de política, de organigrama, de ideas. Es urgente una remodelación ministerial, porque los titulares de varios departamentos están como ausentes, de tanto como callan. Ya no vale con acusar machaconamente al PP de todos los males, como hacen Zapatero y Fernández de la Vega miércoles tras miércoles en las sesiones de control parlamentario. Hay que hacer algo más.

No faltan voces que le reclamen al presidente tender una mano al PP, pese a que los «populares» tensan la cuerda de su oposición: hasta presentaron un recurso de inconstitucionalidad contra los Presupuestos en vigor, que ciertamente son surrealistas. Parece, pues, que la salida de la «gran coalición», o del «gran pacto» está, de momento, descartada. Y es muy prematuro empezar a especular con un adelanto de las elecciones, que en La Moncloa ni consideran también por el momento. Porque, si las cosas siguen así, todo será posible de aquí al otoño.

Algo hay que hacer, repiten todos. Pero el movimiento le toca al habitante de La Moncloa. Y la esfinge, impertérrita aunque cada vez más ojerosa, nada dice, aunque aseguran que hablará pronto. ¿Tras las meditaciones de Semana Santa en las dunas de Doñana?

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