Julia Navarro – Escaño Cero – Las barbas del vecino.


MADRID, 30 (OTR/PRESS)

Era un secreto a voces: la salud de la Caja de Castilla-La Mancha estaba en entredicho. De ahí la maniobra del Gobierno para que se fundiera con la andaluza Unicaja, ésta sí con un excelente estado de salud. Pero al final el matrimonio no ha sido posible y el Banco de España no ha tenido más remedio que intervenir para evitar que la situación fuera a mayores.

Desde el Gobierno se asegura que no pasa nada, que si cabe ahora la Caja de Castilla-La Mancha es más solvente que nunca, pero la realidad es que quienes tienen allí sus ahorro están lógicamente preocupados y quienes no los tienen también por aquello de que ya nadie se cree que nuestro sistema financiero sea el único de todo el mundo mundial que permanece ajeno a los efectos de la crisis.

Y es que, por mucha tranquilidad que quiera vender el Gobierno, eso de que se reunieran en domingo para anunciar la intervención de la Caja de Castilla-La Mancha en vez de tranquilizar provocó intranquilidad.

Pero lo cierto es que la intervención de la Caja de Castilla-La Mancha no debería de provocar una oleada de pánico si se hacen las cosas bien por parte del Gobierno, desde luego del Banco de España, y sin duda también de la oposición. Porque la oposición, sobre todo el PP, tiene en este asunto un papel trascendental: o tranquilizar o sembrar dudas e incertidumbres provocando el pánico en los cientos de ahorradores de la Caja intervenida y de rebote de otras Cajas y otras entidades bancarias.

No se trata de que el PP y el resto de la oposición no pida explicaciones, que deben de pedirlas y el gobernador del Banco de España acudir al Congreso lo mismo que el presidente Zapatero y el vicepresidente Solbes. De lo que se trata es de que sean capaces de abordar este asunto con cierta cautela o, mejor dicho, con grandes dosis de responsabilidad y no es que deban hacerlo para echar una mano al Gobierno, sino a los miles de ahorradores e impositores que por mucho que les intenten tranquilizar desde el Gobierno sienten la zozobra de no saber qué va a pasar con su dinero.

Así las cosas, hay que pedir al PP que deje de hacer política partidista en otra Caja, en Caja Madrid, que la presidenta de la Comunidad madrileña, Esperanza Aguirre, y el alcalde de Madrid, Alberto Ruiz Gallardón, no conviertan en el campo de sus batallas a esta entidad bancaria dirimiendo en ella sus diferencias políticas. La crisis económica obliga a todos los responsables políticos, a todos por igual, Gobierno y oposición, a ser extremadamente prudentes en lo que a las entidades bancarias se refiere. Lo sucedido en la Caja de Castilla-La Mancha y la batalla política de Caja Madrid, debería de llevar a la reflexión sobre la excesiva polítización de las Cajas.

Pero esa es otra cuestión, hoy la mayor preocupación de buena parte de los ciudadanos es saber, si como aseguró Rodríguez Zapatero, nuestro sistema bancario continúa siendo solvente o si se van a producir más turbulencias que afecten a otras entidades bancarias.

El Gobierno, que negó hasta el ridículo la crisis económica y financiera y que viene asegurando la fortaleza de nuestro sistema bancario, tiene la obligación de explicar la realidad sin hacer declaraciones triunfalistas ni tratar a los ciudadanos como menores de edad. Se trata de algo tan sencillo, pero al parecer tan difícil para algunos, como decir la verdad, sin triunfalismos ni catastrofismos, sólo la verdad. Porque ahora mismo son muchos los ciudadanos que se acuerdan del refrán de que cuando veas las barbas del vecino cortar pon las tuyas a remojar, y eso es lo que se pregunta mucha gente: ¿en mi banco mis ahorros estarán seguros? La respuesta la tienen que dar el Gobernador del Banco de España y el propio Zapatero.

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