José Cavero – Zapatero y Rajoy, en sus correspondientes escenarios.


MADRID, 3 (OTR/PRESS)

En ocasiones, el jefe del gobierno y el principal jefe de la oposición, permanente aspirante a ser jefe del gobierno, coinciden en sus correspondientes escenarios. Otra veces, cada cual va a lo suyo, enfrentado a sus particulares problemas y a la conservación o incremento de su prestigio e imagen.

Esta semana, por ejemplo, Zapatero y Rajoy coincidieron en algunas materias y en sus correspondientes debates: la crisis económica, una vez más, o la intervención de la Caja Castilla la Mancha. Y, en cambio, «caminaron cada cual por su vía» en las otras materias predominantes de las últimas horas: a Zapatero le correspondió participar en la cumbre del G-20 de Londres, mientras a Rajoy le tocaba afrontar, una vez más, el caso Gurtel o caso Correa en lo que se refiere a los dos aforados Luis Bárcenas y Gerardo Galeote. En estas materias, de momento al menos, ambos han preferido mantenerse en su propio escenario, sin irrumpir en el contrario, cosa que en ocasiones también sucede en debates parlamentarios, por ejemplo, y de control del Gobierno por la oposición.

Pero, en efecto, estos días Zapatero está entregado a asuntos de política internacional -G-20 y OTAN, esencialmente-, mientras Rajoy vuelve a verse en la necesidad de afrontar los problemas que le aporta el juez Garzón con sus documentos sobre la trama de comisionistas que durante una década se aprovechó de las buenas relaciones con el PP y sus dirigentes. Correa y sus socios, en efecto, hallaron una razón de subsistencia en la necesidad de muchas delegaciones del PP, particularmente en Madrid y en Valencia, para dar a conocer sus iniciativas en los conocidos como «eventos», cuya organización encomendaba a los «Correa boys» a cambio de dádivas, regalos o dinero en efectivo.

Eso es lo que pone en duda o niega de manera rotunda el líder del PP, que se ve entre la necesidad de reclamar juego limpio a los suyos o de defenderlos mientras no se demuestre su culpabilidad. En ese punto se halla Rajoy, que no termina de verse convencido por «todos» los papeles de Garzón, aunque sí por algunos. Rajoy insiste en su creencia de que no se llegará a demostrar la relación de Bárcenas y Galeote con Correa -como también lo hace con Camps-, que es una presunción de inocencia admirable, pero posiblemente arriesgada. Conociendo a Garzón y sus autos no es improbable que Rajoy resulte atropellado por causa de su buena fe…

En cuanto a Zapatero, le han correspondido días de algunas satisfacciones, después de no pocas preocupaciones. Algunos observadores creen ver en las últimas semanas a un Zapatero deteriorado en su imagen… pública y física, al mismo tiempo. No hay duda de que la crisis y sus efectos dejan huella en el presidente, especialmente desolado por la elevada cifra de parados, y que no termina de ver con la urgencia que quisiera los efectos de las medidas adoptadas contra la crisis. Pero lo mismo sucede con los llamados «planes de rescate» de otras naciones. Ahora, buena parte de esas naciones con problemas, se calcula que hasta el 85 por 100 de la renta per cápita mundial integrados en el G-20, se han puesto de acuerdo en unas cuentas recetas» para afrontar la situación y, como señala algún diario, empezar a reformar el capitalismo…

Pese a muchas suspicacias y críticas, Zapatero no ha sido un «invitado pasivo» en esta cumbre y, a su término, ha podido lanzar la previsión de que la crisis habrá tocado fondo a finales del presente año y que a partir de ese momento pudieran empezarse a ver señales de recuperación y creación de empleo. Eso, sí, previo pago de una nueva derrama de cuatro mil millones que se destinarán en buena medida al FMI para que ayude a afrontar las situaciones de los países con mayores problemas de supervivencia…

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