Fernando Jáuregui – La dura Semana Santa laborable del Gobierno.


MADRID, 09 (OTR/PRESS)

Fino rasgo de ironía zapateriana -y mira que nuestro presidente destaca más bien por su carencia de sentido del humor_ esa declaración de que, esta Semana Santa, el Gobierno no toma vacaciones. Se ignora lo que están haciendo nuestros ministros, más allá de llamarse por teléfono, los supervivientes a los entrantes, para felicitarlos, felicitarse y prometerse muchos éxitos en estos tiempos de crisis y de mudanza. Y digo que ignoramos lo que están haciendo porque las agendas oficiales están mudas: puede que los ministros trabajen intensamente en estos días penitenciales, pero no se nota demasiado. Serán trabajos clandestinos.

Bueno, sí, a veces se nota en que tal o cual ministro intenta, aprovechando el cierre general y que los periódicos miran hacia otro lado, colar algún favor a un amigo de la casa al margen de las exigencias, siempre latosas, del «Boletín Oficial del Estado». Es lo que ha tratado de hacer, sin ir más lejos, el titular de Industria, Miguel Sebastián, para hacer aprobar la TDT de pago. No le ha salido bien, pero es de temer que él, a falta de cosa mejor que hacer, sí seguirá trabajando en lo suyo en estas jornadas, contribuyendo a la resurrección de algunos y al via crucis de otros.

Tal vez con este rechazo -oficial- a las vacaciones lo que se quiere decir es que el presidente ha renunciado a disfrutar de las maravillas de Doñana. Mal hecho: debería, tras los agotamientos exteriores y las zozobras de la crisis interna, prepararse y descansar para la que nos viene encima. Aunque, bien mirado, puede que su descanso consista en quedarse estos días, quieto parao, en La Moncloa, después de tanto viaje. Eso sí, vigilante no vaya a ser que, con tanto trabajar mientras los demás descansan, algún ministro, de los nuevos o de los permanentes, meta la pata, como Sebastián.

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