MADRID, 23 (OTR/PRESS)
Se veía venir. Bueno, no es que se viera venir que Manuel Chaves fuera a ser elegido vicepresidente y le fuera a sustituir José Antonio Griñán al frente del Gobierno andaluz y éste tuviera en mente «fichar» a Rosa Aguilar para su Gobierno. Lo que se veía venir es que Rosa Aguilar ya no estaba en sintonía con Izquierda Unida, que la suya era una relación política agotada, que no daba más de sí.
Ahora la toca pasar un pequeño «calvario» en vista de las declaraciones de los sus hasta ahora compañeros de IU, que la han puesto «verde» por aceptar ser consejera en el Gobierno andaluz. No se lo van a perdonar y si pueden se lo harán pagar. Los dirigentes de IU podían haber reaccionado en clave positiva y «vender» que una de los suyos es una política tan solvente que la necesitan para el Gobierno, pero en vez de eso lo que han evidenciado es un ataque de contrariedad.
Lo cierto es que Rosa Aguilar es una política solvente, trabajadora y capaz, y sin duda tiene mucho que aportar al Gobierno Griñán. Desde luego para IU supone un duro revés perderla como alcaldesa de Córdoba, pero la realidad es que con Rosa o sin Rosa la coalición está en un estado casi agónico, entre otras razones porque no han hecho las cosas bien en los últimos años.
Vaya por delante que creo que IU es necesaria, que el PSOE necesita alguien a su izquierda y que hay muchos miles de personas que no se sienten representadas por el PSOE y necesitan una formación a su izquierda. Pero el problema es que los dirigentes de IU no han sido capaces de hacer una política pegada a la realidad de los ciudadanos, teniendo en cuenta cuanto ha cambiado España.
El problema de IU es que se tienen que reinventar o de lo contrario terminaran extinguiéndose y ese es un peligro real. Supongo que no le ha debido de ser fácil a Rosa Aguilar deshojar la margarita sobre su futuro político, pero al final haberle dicho «si» a José Antonio Griñán terminará convirtiéndose para ella en una liberación porque supone no renunciar al futuro. Que tenga suerte.
