Victoria Lafora – Adiós Ibarretxe.


MADRID, 29 (OTR/PRESS)

Hasta el último segundo, cuando ya se despedía de los periodistas tras el último consejo de Gobierno, Ibarretxe ha reivindicado su plan soberanista. No fue el principal argumento de su campaña electoral. En ese escaso paréntesis de tiempo vendió su gestión económica sospechando que su «plan» podía restarle votos. Pero se los restó, aunque no se hablara de ello.

La última legislatura del tripartito vasco ha sido la del «raca raca», la de un lehendakari obcecado, muchas veces incluso en contra de destacados dirigentes de PNV, en llevar adelante su desafío a Madrid y aprobar una consulta que nunca llego a celebrarse porque los «vascos y las vascas» le han dado la respuesta en las urnas apartándole del poder. Esa, mal que le pese a Ibarretxe, es la verdadera consulta legal al pueblo vasco.

Es verdad que la gestión económica ha sido buena, pero políticamente deja un escenario envenenado a su sucesor, que está teniendo serias dificultades para formar un gobierno con independientes tras la amenaza de ETA.

El todavía lehendakari no ha desvelado cuál va a ser su futuro político, pero nadie en el PNV cree que vaya a permanecer en el Parlamento Vasco como portavoz de la oposición. Para su partido una honrosa retirada a la vida privada seria un alivio y una solución a los enfrentamientos que su «plan» ha provocado hasta casi partir la organización en dos.

Reiterativo y contumaz, ayer mismo decía sentirse orgulloso de haber defendido la identidad vasca y el derecho a decidir que han sido, según él, dos «hitos democráticos». El hecho de que la mitad de la sociedad vasca sea víctima potencial de los terroristas y que todos los cargos públicos, que no son del PNV, lleven escolta no le parece, al ahora cesante, un problema a mencionar al hablar de su gestión de diez años. La defensa de la vida y la libertad de los no nacionalistas no han formado parte de las preocupaciones de Ibarretxe durante sus mandatos y por el eso ni lo recordó en su despedida.

A partir del próximo martes, un socialista se sentará en el palacio de Ajuria Enea y tendrá que restañar muchas heridas, solucionar muchos abandonos y hacer que todos los ciudadanos del País Vasco se sientan representados por el nuevo ejecutivo. Ni el PNV ni los etarras se lo van a poner fácil.

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