Fernando Jáuregui – El guateque del 2 de mayo no es sólo cosa de Madrid.


MADRID, 01 (OTR/PRESS)

La fiesta de la Comunidad de Madrid, conmemorando el 2 de mayo, no afecta solamente a esta autonomía. De hecho, cada vez afecta menos exclusivamente a esta autonomía y más a la radiografía política de toda la nación. Lo digo porque estoy contando los minutos para asistir al tradicional guateque que la presidenta de la CAM ofrece a las fuerzas vivas (y a los chicos de la prensa, claro está) cada año por estas fechas, conmemorando el levantamiento contra los franceses en 1808, plasmado en inolvidables cuadros de Goya que, por cierto, al parecer no le mostraron al señor Sarkozy cuando esta semana visitó el Museo del Prado.

Pero a lo que íbamos: decía que me muero de ganas periodísticas por asistir al mentado guateque. Porque, cada vez más, la recepción que convoca doña Esperanza Aguirre se convierte en una suma de cotilleos, resumen de las conspiraciones que menudean en cenáculos y mentideros capitalinos, abrazos que son puñaladas traperas… Un espectáculo que habla del estado moral de la cuestión aquí y ahora, y pongamos que no hablo solamente de Madrid.

Cierto: dentro del ya encrespado panorama nacional, la batalla de Madrid se encona especialmente. Porque no es solamente la que enfrenta al PSOE y al PP por hacerse con el apetecible control de la capital y sus circunstancias, sino la que enfrenta a un sector del Partido Popular con el «otro» sector, en una pelea que se recrudece y que complica cada vez más la vida a un Mariano Rajoy que parece estar crecientemente enfadado con las rencillas entre la «lideresa» Esperanza Aguirre, por un lado, y el «barón Gallardón» y sus ansias de poder, por otro.

Para no mencionar ya, claro está, esas informaciones que hablan de las sospechas de corrupción en una parte de la organización «popular» radicada en Madrid -también en la sede nacional, en la calle Génova- y que constituyen, dicen, una auténtica pesadilla para alguien que, como Rajoy, ha vivido siempre ajeno a cualquier negocio «sucio» en el que presuntamente hayan podido incurrir subordinados suyos.

Así que sospecho que el guateque de quien es cariñosamente llamada «Espe» va a estar este año, pese al puente festivo, aún más concurrido que en anteriores ediciones, que ya es decir. Y eso que la oposición, el Partido Socialista Madrileño que lidera Tomás Gómez, ha decidido no asistir, en señal de protesta contra el cierre apresurado de esa comisión parlamentaria de investigación del «affaire» de espionaje propiciado, parece, desde alguna covacha cercana al PP y contra personajes del PP.

Cierto que la comisión de investigación de la Asamblea madrileña tuvo mucho más de superchería irrisoria y de falsedad manifiesta que de cualquier otra cosa; pero no menos cierto es que la decisión de Gómez y su grupo dentro del PSM ha sido criticada incluso desde ámbitos del socialismo madrileño y no digamos ya desde algunos medios de comunicación. Nada tiene que ver el rechazo a la fraudulenta «comisión», apresuradamente clausurada por el PP sin siquiera llamar a los afectados por el espionaje ni a los espías presuntos, con el desplante a un acto que debería ser considerado como algo institucional, aun con todas sus peculiaridades.

El caso es que hay un mundo de rumores acaparando los círculos políticos de esta especie de suma de Sodoma y Gomorra en la que, políticamente hablando, parece estar convirtiéndose este Madrid poblado de zanjas: que si el alcalde sueña con ascender peldaños a nivel nacional, acaso aprovechando la hipótesis de que la ciudad fuese elegida sede olímpica para 2016; que si el espiado «número dos» de la Comunidad, Ignacio González, a quien algunos medios persiguen con tesón, planea piruetas arriesgadas para acabar con los rumores en su contra; que si Rajoy piensa en dar un severo puñetazo sobre la mesa y amenaza con cortar cabezas, comenzando por la del mismísimo tesorero del partido; que si la «lideresa» trata, a toda costa, de privatizar ese polvorín que es Telemadrid… Y, en el otro lado, tenemos el enfado del PSOE nacional ante una organización madrileña que ni siquiera con el lío que tiene el PP es capaz de despegar en notoriedad y en intención de voto y se refugia en la huída de los actos institucionales sin poner en práctica otras formas imaginativas de hacer oposición.

En fin: que, para un mirón cotilla profesional como quien esto suscribe, la fiesta de la CAM es un vivero de emociones. Que prometo, desde luego, narrar minuciosamente con todo el humor que me permita la desazón con la que te aplasta, cada año, el espectáculo político capitalino, que es, como diría un castizo, muy fuerte. Si Goya asistiera a la recepción de la Puerta del Sol pintaría escenas inolvidables, cuadros satíricos para enriquecer el Museo del Prado y que, esos sí, tal vez les fuesen mostrados al presidente galo y a su glamourosa mujer, que, en aras del buen entendimiento vecinal, se quedaron sin ver los «horrores» y los «fusilamientos».

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