Isaías Lafuente – Investidura múltiple.


MADRID, 27 (OTR/PRESS)

Llegó el día. Patxi López se sometió a la sesión de investidura que le convertirá en el sexto lehendakari vasco, el primero no nacionalista. Ha pedido la confianza de todos para afrontar los dos retos que tiene la sociedad vasca: el de la crisis y el del fin del terrorismo; ha agradecido a Ibarretxe su trabajo por el País Vasco y le ha pedido colaboración leal, como la que los socialistas han prestado al PNV en el pasado.

El nuevo lehendakari se enfrenta a tiempos difíciles. Los ciudadanos le han abierto las puertas de Ajuria Enea, pero sabe que el resquicio que le han dejado es muy estrecho y necesitará desplegar todas sus habilidades políticas para que la alternancia no sea un sueño fugaz, como el de su compañero Touriño al frente del gobierno gallego. Pero el resto de los partidos del parlamento vasco tienen ante sí encrucijadas no menos complejas que las de López.

Porque en esta sesión, todos han quedado investidos. El PNV como potente partido de oposición que deberá reinventarse desempolvando, quizás, las pautas que dejó marcadas Juan José Imaz al abandonar la presidencia del partido para evitar un cisma suicida. No se trata de renunciar a sus ideales de independencia, se trata de hacerlos compatibles con el respeto a las reglas del juego que, entre otras cosas, le han permitido gobernar durante treinta años. También se inviste el PP como partido clave en la gobernación de Euskadi, aunque no esté en el gobierno. El tiempo dirá si la responsabilidad demostrada al propiciar el cambio con sus votos no se tambalea por intereses políticos en el convulso ámbito nacional. Y también ha quedado investido Aralar como una importante referencia política para aquellos ciudadanos que, sin renunciar a sus ideales políticos, han dicho que no, definitivamente, a la violencia de ETA.

Es apasionante el tiempo político que se abre en el País Vasco. Sin los tentáculos de ETA maniobrando en el Parlamento y con su matriz moribunda queda despejado el terreno para hacer alta política. Los ciudadanos considerarían una paradoja insoportable que en tales circunstancias alguien se empeñe en hacer más ingobernable el presente que el pasado.

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