MADRID, 7 (OTR/PRESS)
La llegada de Patxi López a la jefatura del Gobierno vasco ha tenido ya algunos datos relevantes en relación con ETA: apenas se decidió su elección para el cargo, la banda terrorista ETA anunció que el nuevo Gobierno se colocaba en la diana de sus ataques. Apenas fue elegido por el Parlamento vasco, la banda terrorista hizo estallar un primer artefacto en una torre de telefonía.
En estos mismos días de comienzo de la «era López», el propio lehendakari ha sido «sondeado» sobre sus propósitos con relación a la banda que viene marcando la historia de la propia Euskadi en el último medio siglo: el lehendakari se ha declarado «dispuesto a arriesgar por la paz». «Estoy dispuesto a arriesgar lo que haga falta por la paz», es su frase textual. Y a renglón seguido, el nuevo jefe del Gobierno vasco se ha mostrado convencido de que durante su mandato verá el final de ETA, es decir, espera ver el final de ETA desde su sillón de lehendakari. Todo ello, coincidente con su firme propósito de hacer del suyo «un gobierno beligerante contra el terrorismo», y pese a descartar cualquier negociación con la banda «por todas las oportunidades desaprovechadas».
El ministro Pérez Rubalcaba ha señalado que el nuevo Gobierno vasco no ha satisfecho a la banda terrorista y ha recordado que ETA ha tenido tres oportunidades para negociar su final y que no se le darán más. La alternativa es que deponga sus armas y declare el final de su lucha inútil…
Este es el marco en el que se estrena Patxi López con algunos cambios «de forma» no menos relevantes: por ejemplo, la sustitución del crucifijo y la Biblia por el Estatuto para prometer el cargo. En el socialista Patxi López empiezan a cumplirse algunos propósitos que los socialistas han venido reclamando e impulsando, aunque hasta la fecha no habían tenido cumplimiento efectivo. Pero no es improbable que Patxi López también haya roto esquemas en estas materias, al igual que en la modificación de la fórmula de su promesa «ante Dios humillado», aunque se haya mantenido la ceremonia ante el árbol de Guernica, símbolo de las libertades vascas. Es decir, Patxi López hace expresión de su laicismo, algo que complacerá más a unos que a otros… En todo caso, ha marcado unos nuevos modos de llegar al cargo.
Por lo demás, muchos ojos siguen puestos en las tareas siguientes, tanto de los socios del Gobierno, PSE y PP, como en el nuevo partido opositor, el PNV. Se espera a conocer la formación del Gobierno, del que se anuncia que Carlos Aguirre será el consejero de Economía, tras haber colaborado con el Gobierno de Ardanza en los años ochenta. Se han conocido ya algunos otros nombres tanto de socialistas como de independientes. En cuanto al PNV, y tras el anuncio de que abandona su actividad pública el ex lehendakari Ibarretxe, parece que se ha producido un cierto alivio en la organización del partido de Sabino Arana, que se ve libre de la «bicefalia» que venía representando un presidente del partido y un presidente del Gobierno. Urkullu gana protagonismo, y no puede decirse que sus primeras declaraciones en esta fase hayan sido especialmente afortunadas, al proclamar que la mano que le tienden los socialistas «es una mano sudada»…
