MADRID, 8 (OTR/PRESS)
Parece que algunas famosas viven «tiempos de crisis» y no precisamente en el bolsillo sino en el amor. En pocos días nos hemos hecho eco de una cascada de rupturas de parejas aparentemente estables, pues una vez más se puede decir que «nada es lo que parece».
Primero fue Toñi Salazar; su novio Roberto Liaño la traicionaba vilmente acudiendo a un programa de televisión para contar lo que sentía antes de hablarlo con ella. Lo último que os puedo contar sobre esta pareja es que la artista lo tiene muy claro y ni por asomo renunciará «al buen rollo» que tiene con su ex Pedro Rilo: «Roberto tiene que madurar, con Pedro tengo un hijo en común y siempre estaré unida a él, además la casa en la que vivo la compramos a medias, yo no puedo pegarle una patada y echarle de su propia casa. Tengo 46 años y llevo toda mi vida trabajando, debo conservar lo que tengo. Roberto no quiere que hable con Pedro, me pone entre la espada y la pared, yo no puedo romper una historia de más de veinte años en dos días. Estoy agotada y bloqueada, él está obsesionado con que el padre de mi hijo desaparezca de mi vida y eso no puede ser».
El polémico divorcio de Lidia Bosch y Alberto Martin con la correspondiente sucesión de comunicados por ambas partes y la denuncia que la actriz puso a su marido por supuestos abusos sexuales ha tenido una enorme repercusión mediática que no ha dejado a nadie indiferente, sobre todo por el goteo informativo en el que «ni ella es tan buena ni él es tan malo» al menos hasta que se demuestre lo contrario.
Por su parte Miguel Molina, padre de la menor, supuesta victima de los abusos, intenta sin éxito contactar con su propia hija, él me jura y perjura que no asistirá a ningún programa tal y como se ha dicho, dice que «la duda ofende» y que nunca negociaría con una cosa así. Sin embargo, de momento me reservo el beneficio de la duda, sobre todo si tenemos en cuenta que en numerosas ocasiones el actor ha denunciado públicamente los problemas que tenía con sus ex para que le dejasen ver a sus propios hijos, Micky ¡no digas de este agua no beberé! porque de ésa ya bebiste alguna vez.
Eugenia Martínez de Irujo y Gonzalo Miró parecen estar en la cuerda floja una vez más, aunque a día de hoy y para variar ninguno de los dos ha confirmado su ruptura. La más calentita es la de Miriam Díaz Aroca y Wichi quienes han anunciado su separación de mutuo acuerdo vía comunicado. La pareja se casó en marzo de 2004 y tienen una niña que el próximo 7 de junio cumplirá cuatro años.
Y quien no da la cara ante la prensa ni por asomo es José Tomás, el torero fue el gran ausente en la presentación de «Serenata de un amanecer» un libro que pesa más de tres kilos y medio y donde se recogen cuatrocientas preciosas y cuidadas fotografías captadas por el objetivo de Anya Bartels-Suermondt. Las fotos en blanco y negro hablan por sí solas y plasman numerosos momentos del maestro en la plaza. A la presentación sí acudieron sin embargo, los padres de José Tomás y algunos familiares que siguieron agradecidos las palabras de Joselito y de Luis Francisco Esplá como maestros de ceremonia.
A pesar de reconocer que se siente mejor en la soledad del campo que entre las multitudes, a Joselito no le falla la sonrisa, hace de tripas corazón y atiende a la prensa amablemente: «José Tomás y yo no somos íntimos amigos porque la amistad hay que cultivarla y nosotros vivimos alejados, pero lo que más me une a él es la admiración y el respeto que le tengo», ahí queda eso, sólo me cabe esperar que al menos José Tomás haya encontrado un hueco en su intensísima agenda para agradecerle al diestro tan bonitas palabras.
El pasado uno de mayo Joselito cumplió cuarenta años y lo celebró con su familia en la comunión de la hija de un buen amigo. El ex matador de toros saborea la madurez con tranquilidad pero reconoce que: «trabaja mucho, que le gustaría tener más tiempo para dedicárselo a los suyos y que lo que más valora es la salud», ¡y que no falte!