MADRID, 13 (OTR/PRESS)
Creemos que tomamos decisiones por nosotros mismos, pero, sí los grandes medios de comunicación repiten una y otra vez el mismo mensaje, la verdad es que apenas disponemos de margen para formar nuestro propio criterio porque nuestra opinión está basada en la información de la que disponemos. Tenemos un buen ejemplo en el debate sobre el estado de la Nación del que la mayor parte de los medios han declarado ganador al presidente del Gobierno.
Ganador de un combate dialéctico cuyo sustrato verbal tomaba cuerpo y datos de una realidad, la española, que remite a un país que tiene cuatro millones de parados, un déficit público que triplica la norma europea y con una economía, por decirlo así, hemipléjica, porque no hay banco o caja que preste un euro a una pequeña o mediana empresa. Y, no digamos a un particular.
En cualquier otro país políticamente más cuajado, menos maniqueo, juzgaríamos el debate en función de sí el Presidente estuvo o no a la altura del problema encontrando el registro idóneo para requerir la ayuda del conjunto de las fuerzas políticas para, entre todos, intentar salir del atolladero. Aquí no. Aquí tanto Zapatero como el líder de la oposición, Rajoy, sacaron el hacha llevando el debate al terreno del cizañeo partidista, planteando el debate en los términos de navajeo dialéctico propios de la campaña electoral que apunta a la cita de junio.
Tengo para mi que se ha perdido una oportunidad. Que ha sido una pugna estéril porque en un momento económico tan apurado como el que atravesamos, lo que necesita el país es confianza. Confianza en las instituciones, confianza en que el piloto y la tripulación -contando con la serenidad del pasaje- serán capaces de sortear las turbulencias que amenazan la estabilidad de la nave. Porque ésa es la cuestión de fondo, no sí Zapatero estuvo mejor o peor que Rajoy que eso, a los cuatro millones de ciudadanos que están en el paro, no les resuelve su problema. Claro que, como decía, nuestras decisiones se basan en la información de que disponemos y, quien controla ese registro, puede volver a ganar las elecciones. En resumen: el debate bien, los políticos a lo suyo y el paro subiendo.
