Miguel Cancio – A la memoria del gran poeta Ullán

En Vegadeo (Asturias), en los años 60 no se veía la televisión y escuchábamos la radio para seguir el fútbol, el ciclismo y la música. También escuchábamos, a partir de las 23 hs., la radio pública francesa en español (le llamábamos Radio París), para seguir el Tour de Francia y las noticias sobre España durante la dictadura franquista. Lo que seguíamos, asimismo, en la BBC en español.

En Radio París, en el apartado cultural, había una voz poderosa tanto en el continente como en el contenido, una gran personalidad, la del joven español José Miguel Ullán.

Ullán nació, en 1944, en el pueblo de unos 1000 habitantes de Villarino de los Aires (Salamanca, del partido judicial de Vitigudino, de donde era Santiago Martín El Viti); de esos aires reales, simbólicos e imaginarios que tanto lo alimentaron. Octavio Paz:
¿Palabras? sí, de aire/ y en el aire perdidas./ Déjame que me pierda entre palabras/ déjame ser el aire en unos labios/ un soplo vagabundo sin contornos/ breve aroma que el aire desvanece./ También la luz en sí misma se pierde.

Ullán se fue a París para formarse, a los 22 años y donde estuvo una temporada antes de volver a España. Falleció en Madrid, el domingo 24 de mayo 2009, víctima de una grave enfermedad.

Junto a Ullán, en Radio París, había otros colaboradores que después serían grandes figuras, el inigualable y simpático escritor cubano Severo Sarduy con su maravilloso universo estrellado (Todas nuestras pasiones reflejan las estrellas), el peruano Mario Vargas Llosa, el
colombiano García Marquez y otros. Aquello era una fiesta de arte, de la palabra y donde Ullán brillaba con luz propia. Si bien, en aquella época, se le daba preferencia a la política.

Después, pasado el tiempo, volví a encontrar a Ullán en el excelente suplemento Culturas de Diario 16 que él animó ¡y como!, y en la radio, en Radio Tres (la que, después, liquidarían los del cambiazo), en Radio Nacional de España y con Los Perdularios de Carlos Herrera en
la Cope donde llevó a cabo unas colaboraciones prodigiosas e implacables.

En la radio llegó a retransmitir, como solo él sabía hacerlo, uno de los festivales de la canción de Eurovisión. Recuerdo una sensacional entrevista (en lo que era muy bueno) que le hizo a Folledo en Radio Nacional donde el gran boxeador español (ahora el boxeo esta vetado en
España por la llamada corrección política. Lo que Musil llamaba los «fetiches de la época»), le preguntara lo que le preguntara, le respondía, José Miguel, tu sabes, que lo que yo quería era meter el churro en el hormiguero. Y que decir de sus colaboraciones con El Fary en televisión.

En el diario El País su critica triunfó de forma espectacular con sus redondos artículos sobre la copla, los boleros (Elvira Ríos y Toña la Negra cantando al Flaco de Oro: Arráncame la vida), el Méjico bravo a lo Paquita la del Barrio pero también el mas sofisticado, sobre la
mejor cultura popular, ese fuego arrasador que viene de abajo, esos haikus bizarros a los que él les daba la fuerza y el arte que en realidad tienen.

Su triunfo en El País fue tan grande, genero tantas envidias en esta España donde la principal mano invisible es la envidia y donde lo políticamente correcto arrasa, que Juan Luis Cebrian, el director de informativos de la TVE franquista con Arias Navarro, El Comisario
PRISOE de la Real Academia, lo liquidó y desde Santiago de Compostela monté una campaña de solidaridad con firmas para denunciar que fuera apartado de dicho diario madrileño (de cuya empresa madre soy pequeño accionista desde hace años) una de los críticos, una de las plumas más brillantes y originales de España, que además tocaba todos los palos y sabía llegar, como solo hacen los mas grandes, a lo mas popular pero sin perder el empaque, la fuerza, el resplandor del verdadero arte.

Fue un gran poeta polisémico, polimorfo y polifónico, siempre riguroso y exigente, con todo tipo de signos, códigos, símbolos, formas, sabores, representaciones e imaginarios. Fue un verdadero crítico, artista y promotor, descubridor del arte allí donde estuviera, en lo
mas alto y en lo mas bajo, en lo mas sublime y abyecto; pero siempre dejando una última pregunta, un último guiño, pues, el arte como la verdad no se alcanza todo ni nunca y, en cualquier caso, también hay que saber reírse del arte y sobre todo de los artistas empezando por reírse de uno mismo.

En la Universidad de Santiago de Compostela, adonde volví tras ampliar estudios de sociología en París (donde estudie con Bourdieu, Debeauvais, de Gaudemar, Herpin y Passeron, y donde asistí a cursos y conferencias de, entre otros, Althusser, Aron, Badiou, Beaud, Barthes,
Casamayor, Castel, Castells, Chatelet, Chomsky, Foucault, Deleuze, Jankélévitch, K. S. Karol, Lapassade, Löwy, Macciocchi, Merlin, Poulantzas, Rebérioux, Rossanda, Touraine, Veron, Wallraff) puse en marcha ciclos de conferencias-coloquios, ponencias y debates con el
fin de vincular activamente la universidad con los problemas próximos y lejanos, con el pensamiento critico riguroso que no se deja recuperar; con el fin de que los estudiantes y el público en general pudiesen discutir con pensadores críticos, con expertos, investigadores, emprendedores, profesionales, responsables públicos y privados, con artistas, con creadores, con representantes de diferentes movimientos sociales, etc. Gracias, especialmente, a decanos como Suarez Llanos, pude invitar a importantes, figuras, a expertos gallegos, españoles y de otros países.

Entre ellos, recuerdo a José Miguel Ullán por la conferencia que dio sobre eso que llamamos arte, cultura y el papel del periodista.
Después lo llevaría a ver el pequeño Versalles gallego, el Pazo de Oca con su lago y jardines, a tomar el pulpo y la empanada de Galicia, a fotografiar el paisaje, paisanaje y animalario gallegos (incluidas las gallinas y que después saco en El País), pues, venía con un fotógrafo.

A partir de ahí, mantuve contactos con él y le seguí la pista. Su importante recuperación de María Zambrano, su magnifica obra (hace poco que se publico su poesía completa en el libro Ondulaciones; antes se había publicado Ardicia) y colaboraciones con museos y diversos
creadores, su constante presencia en Méjico lindo y querido, la continuación de su excelente obra poética-grafo-estética, la denuncia, que me encantó y apoyé muy activamente, de la persecución a los homosexuales por la tiranía comunista totalitaria cubana (Ullán fue
implacable con la Nova Trova Cubana, con el arte y los artistas cómplices, colaboracionistas que le vienen sirviendo a la fusiladora, brutalizadora, corrupta y profundamente degradadora tiranía cubana para dar gato por liebre y que algunos, por intereses varios y en bastantes casos despreciables, siguen apoyando y legitimando. Fue una pena que no fuese lo suficientemente critico con la izquierda española, incluida la intelectual, artística y cultural, tan promotora y/o legitimadora del juego sucio y que le viene haciendo el juego al
régimen totalitario comunista cubano y a otros regímenes, grupos y fuerzas de uno y otro color que juegan sucio, que violan muy gravemente los derechos humanos, especialmente de las mujeres, los homosexuales, los creadores libres, etc.).

Para decirlo con sus palabras, José Miguel Ullan supo atizar las palabras que provocan el estallido de la verdad del arte allí donde esté. Lo que mostró con guasa, maestría, estilo propio y brillantez.

Descanse en paz y nos queda su arte, su gracia, su buena poesía, su corrosiva ironía.

Fdo. Miguel Cancio, Santiago

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Autor

Miguel Cancio

Miguel Cancio, profesor universitario durante 40 años y luchador infatigable por la libertad y la inteligencia.

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