José Cavero – Un triunfo y una derrota indiscutibles.


MADRID, 8 (OTR/PRESS)

No hay ningún género de dudas, en las elecciones de este domingo, siete de junio, en las que se ha procedido a elegir al nuevo Parlamento Europeo, ha habido un vencedor claro y unos derrotados no menos claros y evidentes. Vencieron el PP y el centro derecha, fueron derrotados socialistas y socialdemócratas. Si se desea alguna puntualización más, también avanzaron en escaños en Estrasburgo los radicales de derecha, y en nuestro país, se ha hecho un hueco la formación de Rosa Diez, para su aspirante Sosa Wagner, y no lo consiguió Iniciativa Internacionalista, el grupo probatasuno que apoyaron Alfonso Sastre y Arnaldo Otegi.

¿Esos resultados, en nuestro país, tienen mayor trascendencia? Indudablemente, la política española se ve afectada por el triunfo y la derrota correspondientes. No es lo mismo que Zapatero siga siendo el vencedor indiscutible de siempre, hasta de los debates parlamentarios, ni que Rajoy siga siendo el candidato y líder siempre en duda y siempre sometido a una nueva revisión de capacidad. Rajoy, de cuyas dotes de liderazgo se han permitido dudar muchos de sus propios correligionarios, ha vuelto a demostrar su capacidad de trabajo, sus dotes de organización y el fruto de ambas cosas, su victoria electoral indiscutible.

¿Que pudo ser mayor y «sólo» fue de casi cuatro puntos sobre su adversario? No parece probable que nadie se atreva ya a hacerle ese reproche. Ni tampoco Zapatero, que siempre presumió de haberle vencido incluso en los debates de control del Gobierno o en los repasos del Estado de la Nación. Rajoy da una talla mayor, y no hay duda de que queda en mucha mejor disposición para las elecciones siguientes, las municipales de 2011 y las generales de 2012. Sus propios «barones» deberán ser, en adelante, los primeros en concederle plena confianza y apoyo. Y también es seguro que se modificará la actitud del inquilino de la Moncloa, disminuido ante las nuevas medidas electorales logradas por su tenaz adversario.

Rajoy ha hecho recuento de sus éxitos: la victoria en Galicia, el primero de marzo, la cooperación para que se haya cambiado al jefe del Gobierno y al Gobierno vasco, y ahora estas elecciones europeas son sus éxitos bien visibles, que Rajoy atribuye a su propio esfuerzo y a la estrategia de firmeza pero no crispación, al margen de la táctica que hubiera impulsado su predecesor en la dirección del partido. Con todo, la intervención de Mayor Oreja también sirvió para recordar que Aznar y Rato han tenido algo que ver con esta victoria de «todo» el partido, incluidos algunos elementos no del todo del gusto de Rajoy. Aznar sí participó, pero ¿Rato ha colaborado en la campaña? María San Gil apareció al lado de Oreja, pero no de Rajoy…

En cuando a Zapatero, de igual modo, «sólo» ha perdido las elecciones para renovar el Parlamento Europeo, pero es evidente que no todo acaba ahí, y que esos resultados le acompañarán en adelante, en lo que le queda de legislatura. Los casi cuatro puntos de que disfruta el PP le supondrán algún nuevo inconveniente. Algún analista advierte que estos datos del 7-J han venido a ser una moción de censura no superada, y algo hay de eso, aunque constitucionalmente no se se modifica ninguna situación. Pero pudiera empezar a comprobarse mayor debilidad de un Gobierno que no cuenta con apoyos suficientes para aprobar proyectos de ley en las cámaras legislativas. ¿Se forzará la modificación de alguna estrategia, como la búsqueda de un socio parlamentario permanente? En los últimos meses, y tras la ruptura con el PNV, se está comprobando que no resulta fácil encontrar ese socio preferente…

¿La izquierda de BNG, IU-ICV y algunos grupos «mixtos» serán suficientes? Es evidente que, como proclamó ayer Oreja, «ha ganado una nueva mayoría en España, que quiere que las cosas cambien». Lo primero es cierto, la derivación y consecuencia de la victoria no tiene que ver, en principio, con alguna clase de cambio en los modos de gobernar. Leire Pajín se apresuró a decir que han quedado desmentidos quienes pensaban que la derrota iba a ser mucho más contundente. Y no perdió la sonrisa un solo segundo…

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