Andrés Aberasturi – Hipócritas.


MADRID, 15 (OTR/PRESS)

En apenas unos días, tres hechos han ocupado un lugar escasamente destacado en los periódicos y en los medios. El primero lo protagonizaban los dueños de una discoteca que habían negado la entrada a un grupo de jóvenes con síndrome de Dwon que, en compañía de los monitores, querían pasar una tarde como el resto de los españoles a los que la Constitución ampara. El caso fue denunciado y me imagino que la sentencia que dicte el juez no será ejemplar -no queremos sentencias ejemplares- sino sencillamente justa por la gravísima y humillante discriminación de la que fueron objeto estas chicas y chicos que pedían un euro como indemnización para dejar claro que hay cosas mas importantes que el dinero.

Unos días después, un cura -otra vez- se negaba a dar la primera comunión a una niña también afectada por el mismo síndrome. Las primeras explicaciones del párroco resultaron del todo peregrinas: la niña ni necesitaba la primera comunión porque era inocente y angelical. ¿Y? ¿Acaso negaría el señor párroco la comunión a un ángel que se le apareciera? Luego rectificó pero los padres ya no quisieron saber nada del asunto; otro cura que no debería tener tan presente la inocencia sino el deseo, la ilusión y el derecho de la niña a recibir su primera comunión no puso el menor inconveniente en celebrar tan emotivo acto para un católico. No es, por desgracia, la primera vez que la Iglesia plantea esta negativa.

El tercer hecho -que no fue noticia aunque se dio en un medio de comunicación- fue la intervención de un tal Risto Mejide que al parecer se gana la vida ahora yendo de duro por la vida y de jurado en un concurso de una cadena que paga muy bien a este tipo de personajes. El tal Risto tildó a uno de los concursantes de «disminuido vocal». Bueno, hasta ahí sólo una frase más bien desagradable, pero aunque todos sepamos que trataba de ofender, podría situarse en un contexto objetivo y no ser desagradable más que para el pobre concursante. A la semana siguiente, vuelve a comparecer el mismo concursante y el tal Risto comienza pidiéndole perdón por haberle llamado «disminuido vocal»; deja que la gente aplauda y tras un breve silencio para que su elaborado juicio tuviera más repercusión añade: «Perdón por lo de vocal; creo que tu problema no está en las cuerdas vocales, tu problema está en tu capacidad de aprendizaje».

Prefiero no hacer comentarios sobre este tipo de cosas dichas por un supuesto líder mediático (al menos él y Tele 5 deben considerarlo así) porque creo que se retratan solos. Lo que diga o deje de decir el tal Risto, la verdad es que nos preocupa muy poco (para ser exactos: nada); lo que preocupa es que se diga en un medio como ese, lo malo es que esa misma cadena de televisión, la que consiente este tipo de comentarios y los paga y los sostiene es la que luego, en sus informativos, denuncia los casos anteriores y se rasga las vestiduras. Y así no vale. No se puede defender la honradez con la mano derecha cuando empiezan las noticias, mientras que con la mano izquierda se paga a delincuentes para subir la audiencia. No se puede clamar por la no discriminación y mantener sin más a un tipo que cree muy ingenioso e insultante llamar «disminuido vocal» a un concursante para rematarlo luego pidiendo perdón «por lo de vocal». Eso es pura y dura hipocresía y un ejemplo lamentable de cinismo.

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