Charo Zarzalejos – Replicando al padre.


MADRID, 18 (OTR/PRESS)

Cuando la actualidad cuece a borbotones porque en Irán se producen protestas sin precedentes, en Cataluña el presidente dice que los catalanes recibirán por encima de la media y en el Congreso afirma que en 2011 habrá crecimiento positivo, pasan desapercibidas actitudes políticas muy significativas.

En el marasmo se ha prestado poca atención al salto hacia adelante dado por el presidente del Gobierno al replicar, una a una y por su orden, las últimas declaraciones de su antecesor en el Gobierno y en el partido, como es Felipe González, que es, en definitiva, la referencia más próxima al propio Zapatero.

No cabe decir que González quiera favorecer a la derecha. Ni se le puede calificar de ocurrente, ni de inexperto. Felipe González habla desde la experiencia y desde la distancia de lo inmediato. No se siente impelido por las urnas, ni tiene urgencias por los titulares. Ha sido y es González respetuoso con el Gobierno, como no podía ser menos, y desde luego con Zapatero, que, definitivamente, ha decidido marcar distancias públicas y oficiales de su antecesor.

Lo hizo en televisión para desmarcarse de González y afirmar, sin afirmarlo, que Garoña se va a cerrar. Lo hizo para rebatir las tesis de González sobre el liderazgo de Europa y fue más allá afirmando que las cosas no se ven igual desde La Moncloa que desde fuera y no se cortó ni por un segundo para recordar que fue él, Zapatero, quien propuso que fuera González el encargado de realizar un informe sobre Europa, su presente y su futuro.

A González se puede hacer más o menos caso, compartir o discrepar de sus opiniones, pero Zapatero ha dado un salto cualitativo. Ha ido más allá de lo necesario a la hora de desmarcarse del ex presidente. ¿Alguien cree que a González se le ha olvidado lo que es estar en Moncloa? ¿Alguien cree que González está haciendo la ola a la patronal cuando pone de manifiesto la subordinación de su sucesor a los sindicatos? Que Zapatero critique a la patronal, que descalifique lo que propongan otros grupos, que no se tome muy en serio los informes del Banco de España, es algo que forma parte de su manera de «estar» pero que de manera abierta y pública discrepe casi de manera absoluta de Felipe González personalmente me resulta llamativo, sobre todo por las formas, aunque no sorprendente.

Y no es sorprendente porque el presidente del Gobierno sólo hace caso de sí mismo y de sus tiempos. Le gustan los desafíos y bailar en el alambre. Por eso, todos los presidentes autonómicos salen contentos de La Moncloa; por eso, se niega a reformas que todos los demás creen necesarias; por eso, cerrará Garoña pese a que por el mundo -civilizado, moderno- hay más de cincuenta centrales en funcionamiento que han superado esos famosos cuarenta años de «vida útil»; por eso, realiza profecías que nadie le exige; por eso, en fin, Zapatero en estos tiempos revueltos ha decidido parecerse cada día más a sí mismo. Como si nada tuviera que aprender de los demás.

Felipe González ya no manda. No tiene capacidad ejecutiva alguna, pero incluso para sus más críticos tiene algo difícil de alcanzar que es nada más y nada menos que autoridad moral para hablar de algunas cosas, precisamente de esas de las que se desmarca Zapatero. González lidió crisis, huelgas y nos llevó a Europa. Es decir, sabe de lo que habla. Esta autoridad, la moral, no la da el mero hecho de detentar el poder y Zapatero debería ser el primero en reconocerlo. González es ex presidente del Gobierno de España y, sobre todo, patrimonio del PSOE. Estas dos circunstancias convierten la actitud y las palabras de Zapatero en un alarde de petulancia.

CONTRIBUYE CON PERIODISTA DIGITAL

QUEREMOS SEGUIR SIENDO UN MEDIO DE COMUNICACIÓN LIBRE

Buscamos personas comprometidas que nos apoyen

COLABORA

Lo más leído