MADRID, 19 (OTR/PRESS)
Está al caer, al parecer en cuanto comiencen las vacaciones y estemos todos entretenidos será el momento en el que el Tribunal Constitucional emita su dictamen sobre el nuevo Estatuto de Autonomía de Cataluña. El problema es que ya hay muchos artículos de ese Estatuto que se han puesto en marcha porque la Generalitat ha preferido hacer una política de hechos consumados para evitar que el Alto Tribunal se atreva a echar para atrás lo que ya está funcionando.
Desde hace meses se viene filtrando que los magistrados del Constitucional están elaborando una sentencia interpretativa, es decir que no van a decir que el Estatuto es inconstitucional pero van a apostillar algunos de sus artículos, y puede que algunos, los menos, digan que no son constitucionales, pero no los más polémicos, sino los de rango menor, eso que a los propios nacionalistas les importa menos.
La actuación del actual Tribunal Constitucional viene siendo más política de lo que ha sido el Tribunal en ocasiones pasadas, que ya es decir, y quizá por eso hay una desconfianza manifiesta de buena parte de la sociedad respecto al trabajo del Alto Tribunal y un temor evidente ante la sentencia del Estatuto catalán.
El caso es que el Estatuto ha nacido con mal pie, en medio de una gran polémica, y sobre todo con la abstención de gran parte de la ciudadanía catalana. Y es que el Estatuto es, en definitiva, el sueño de unos cuantos políticos en cuyo horizonte se dibuja una Cataluña en solitario.
Según acaba de decir la presidenta del Tribunal Constitucional, han trabajado obviando las opiniones políticas y periodísticas y a su ritmo. Como declaración de principios está bien, pero seguramente la realidad es otra. Los magistrados no viven aislados en una burbuja, y es inevitable que directa o indirectamente hayan sentido esas presiones políticas amen de tener presentes las opiniones periodistas.
Julio está a la vuelta de la esquina, y dicen que es el mes en que el Constitucional dará a conocer su veredicto. Queda pues poco tiempo para que podamos opinar con fundamento.
