Rafael Torres – Al margen – Nos tienen muy vistos.


MADRID, 24 (OTR/PRESS)

Se atribuye a la crisis económica la actual retracción de los turistas, pero también pudiera ocurrir que nos tengan ya muy vistos. Desde hace cincuenta años, más o menos desde el Plan de Estabilización Económica que ideó el franquismo para eludir la bancarrota (y que consistió básicamente en mandar al extranjero a por divisas, como emigrantes forzados, al 10 por ciento de la población, y a recibir con los brazos abiertos a los turistas que venían cargados de ellas), España no ha dejado de recibir contingentes masivos de visitantes someros, tan masivos que casi un 15 por ciento de nuestra riqueza acabó pronto dependiendo de ellos.

Ahora bien, el turista, aunque turista, no es tonto, o, cuando menos, no eternamente, y lo que buscaba aquí, exotismo y precios baratos, hace tiempo que se extinguió del todo. La naturaleza salvaje y diversa, las singulares formas de relación, los tipos pintorescos, la aventura del viaje, el sabor de las ciudades viejas, la música, la comida, el orgullo, la rusticidad, la inocencia, el atraso, los pueblos remotos y los pueblos pescadores, todo cuanto había sido consustancial a nosotros durante siglos, y que permanecía intacto, bien que por desgracia en muchos casos, en 1959, y en los 60, y aún en los 70, mientras los brazos más granados del país edificaban a destajo la modernidad en la emigración, en Europa, todo eso desapareció y hemos seguido viviendo, figurantes al fin de un «destino turístico», de su simulacro. Y cobrándolo, además, a precios de París o de Venecia.

Pudiera ser que nos tengan ya muy vistos, o que lo que han visto de nuestra evolución, determinada en parte por su masiva presencia, ya no les seduzca para pasar las vacaciones, ni siquiera para pasarlas soplando o tumbados a la bartola. Pero el turista, el visitante somero, no ha cambiado, y lo que pasa es que ahora nos busca en otros países, en Turquía, en Croacia, en Egipto, en Túnez o en Marruecos. Nos cabría el consuelo perverso, desaconsejable por tanto, de saber que el turismo corruptor también acabará con ellos.

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