Francisco Muro de Iscar – Educación, Universidad, fracaso.


MADRID, 25 (OTR/PRESS)

Todos están de acuerdo en que no se puede cambiar el modelo económico que tenemos si no se actúa sobre el modelo educativo. Muchos creen que buena parte del fracaso educativo que padecemos y del fracaso del modelo económico viene de la LOGSE, agravado por las subsiguientes reformas -ninguna para mejor-, por la falta de un pacto sobre el modelo y por otros factores como la falta de motivación de alumnos y profesores, la creciente despreocupación de los padres, el descrédito de la escuela pública y la falta de interés, digan lo que digan, de los sucesivos Gobiernos en un problema capital. Hablar, hablan, pero hacer, poco. No basta con extender la educación más años ni con mantener una FP moribunda, ni con una Universidad enrocada en si misma. No se puede tener una sociedad competitiva ni parece posible que la octava o la décima potencia económica mundial, por lo menos hasta la crisis, tenga una educación de tercera división.

El ministro Gabilondo parece empeñado en buscar el acuerdo sobre bases algo más sólidas y es de aplaudir, pero ya ha apuntado cosas preocupantes, y además sin necesidad, cuando ha manifestado recelos sobre la escuela concertada. Una escuela que le ahorra al contribuyente muchos miles de millones de euros cada año porque cuesta la mitad que la pública, que ha sido fundamental en la implantación de todas las reformas educativas y que es el único producto educativo al que puede ponerse, sin elevar demasiado el nivel, la Q de calidad, merece más respeto. Cuando la ideología manda en la educación, échense a temblar.

Acabo de ver un dato de la selectividad que me parece muy significativo. Ya saben ustedes que un 30 por ciento de los alumnos no termina la Secundaria, que es el nivel realmente básico, a pesar de que el nivel de exigencia baja cada año y de las propuestas del Gobierno de pasar curso con cuatro asignaturas suspensas. A pesar de eso, casi el 90 por ciento de los alumnos aprueban la selectividad a la primera y otro porcentaje significativo lo hace en segunda convocatoria. Esos alumnos a los que la Universidad da el visto bueno para que accedan a los estudios universitarios -becados en un 80-90 por ciento de su coste por los contribuyentes- tardan una media de ocho años en terminar carreras de cuatro cursos. ¿Y alguien se extraña todavía de que estemos a la cola de la OCDE en educación o en investigación o de que no haya Universidades españolas entre las primeras 200 del mundo? Alguna Universidad pretende ahora sustituir los exámenes por una evaluación continua. Los alumnos no sabrán si aprueban sino si progresan adecuadamente. Pónganse en lo peor. ¡Y aún se extrañan algunos de que no funcione el modelo económico!.

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