José Cavero – Menos ricos, más pobres.


MADRID, 25 (OTR/PRESS)

Curiosamente, han coincidido dos datos estadísticos bien distintos, pero «concurrentes» en los efectos de la crisis y del momento de depresión económica que vivimos. Uno de ellos, habla de la reducción del número de los ricos-riquísimos, con más de 700.000 euros de patrimonio. La otra, refleja los datos de Cáritas. El descenso del número de ricos (20,9 por ciento) ha sido mayor que en el resto del mundo (14,9), según el informe publicado por Merrill Lynch y Capgemini. A su vez, Cáritas atendió a un 50 por ciento más de personas para comprar alimentos y evitar perder sus casas en 2008. La crisis económica sigue haciendo estragos en las distintas capas sociales en España.

En España hubo menos ricos (personas con fortunas de más de 700.000 euros) en 2008 respecto 2007; y, por el otro, que cada vez más personas solicitan ayuda «básica» a organizaciones caritativas para poder subsistir. Dos caras opuestas de la misma moneda. El número de grandes fortunas cayó el año pasado en España el 20,9 por ciento, hasta 127.100 individuos, frente a los 160.600 de 2007, lo que, según el Informe Anual sobre la riqueza en el mundo publicado por Merrill Lynch y Capgemini, representa la mayor caída en los trece años de vida de este estudio.

El informe, realizado en 71 países que concentran el 98 por ciento del PIB mundial y el 99 por ciento de la capitalización bursátil, define como grandes patrimonios aquellos con activos de inversión de al menos un millón de dólares (700.000 euros), excluidos la primera vivienda y los bienes consumibles. En España el descenso del número de ricos ha sido mayor que en el resto del mundo, ya que a nivel mundial este colectivo se ha reducido un 14,9 por ciento, hasta 8,6 millones de personas, un descenso que los expertos de Merrill Lynch estiman «probablemente como el mayor desde los años 50».

De este modo, la riqueza total atesorada por los más ricos del planeta ha pasado en un año de 40,7 a 32,8 billones de dólares (29 y 23,4 billones de euros, respectivamente), el menor nivel desde 2005, debido al deterioro de los mercados mundiales en el primer semestre del año y a su posterior «desplome» a partir de septiembre. Pese a todo, España se mantiene entre los doce países con mayor número de grandes patrimonios junto con Estados Unidos, Japón, Alemania, China, Reino Unido, Francia, Canadá, Suiza, Italia, Brasil y Australia, los mismos que en 2007.

Tampoco se libraron de los efectos de la crisis financiera los más ricos del planeta, los ultra-ricos según la terminología de Merrill Lynch -aquellos con inversiones superiores a 30 millones de dólares o 21,4 millones de euros-, cuyo número cayó el 24,6 por ciento, hasta 78.000 individuos, y su patrimonio se redujo el 23,9 por ciento. Según la responsable del área de grandes patrimonios de Merrill Lynch para España y Portugal, Lucía Granda, esta caída supera en mucho los peores años del estallido de los burbuja tecnológica, cuando de media las grandes fortunas bajaron el 13 por ciento.

Sin embargo, añade, en 2013 se prevé que la riqueza de los millonarios de todo el mundo supere los 48,5 billones de dólares (34,6 billones de euros), lo que representaría una recuperación del 32 por ciento frente a los 32,8 millones de 2008. Este repunte se producirá en buena medida por el crecimiento de las grandes fortunas en la zona de Asia-Pacífico, que dentro de cinco años superarán a Estados Unidos y Canadá tanto en cuanto al número de patrimonios elevados como respecto al volumen de riqueza.

Por otro lado, la crisis ha disparado el número de personas que solicitan ayuda «básica para subsistir», comprar alimentos y evitar perder sus casas, según ha alertado Cáritas, que en 2008 atendió a un 50 por ciento más de personas que en 2007. En conferencia de prensa, el secretario general de Cáritas, Silverio Agea, ha detallado que las peticiones de ayuda para alimentos y artículos básicos han aumentado en un 89,6 por ciento respecto a 2007 y las ayudas para hacer frente a alquileres o hipotecas y no perder la vivienda han aumentado en un 65,2 por ciento.

También ha cambiado el perfil de las personas que se acercan a pedir ayuda, ha apuntado Agea, quien ha destacado el aumento de familias jóvenes con niños pequeños, parados recientes que están a punto de perder las prestaciones por desempleo y mujeres solas con cargas familiares. «También cada vez más se acercan a Cáritas hombres solos sin hogar, separados o divorciados, que están en paro y no pueden afrontar el pago de un hogar donde vivir, y trabajadores autónomos que han tenido que cerrar sus pequeños talleres o comercios a causa de la crisis», ha explicado.

Ante esta situación, los servicios sociales públicos han respondido con «falta de previsión y agilidad» y con una «grave dimisión de responsabilidades», hasta el punto de que el 52 por ciento de las personas que llegan a Cáritas lo hace por indicación de las administraciones, que no pueden hacer frente a la avalancha de peticiones.

Así, Agea ha criticado que los fondos públicos para ayudas básicas «están en el mismo nivel que en 2007, lo que demuestra una grave falta de previsión y ajuste ante la crisis». Las administraciones tampoco han sabido adaptarse a la nueva situación, con lo que por ejemplo, los trámites para recibir ayudas básicas tienen unos plazos de 98 días, «tres meses en los que la gente sigue teniendo que comer, vestirse y pagar sus deudas para no quedarse en la calle», ha apuntado.

Cáritas ha hecho un llamamiento en favor de un pacto de Estado para facilitar un crédito a los ayuntamientos que les permita asistir a las personas necesitadas antes de que caigan en la «más absoluta pobreza y exclusión». Según un estudio de Cáritas, garantizar ingresos equivalentes al 85 por ciento del salario mínimo interprofesional supondría un gasto de 2.200 millones de euros, mucho menos que «los famosos 400 euros del IRPF, que han supuesto un gasto de 6.000 millones de euros», ha subrayado el profesor de Universidad Rey Juan Carlos y autor del informe, Luis Ayala.

El estudio también subraya que a la falta de agilidad de la Administración, cuyos servicios de atención están «colapsados por la avalancha de demandas», se une la fragmentación de los servicios y las desigualdades en las ayudas entre comunidades autónomas. «España es el único país europeo que sigue sin tener una última red de protección social y, aunque la crisis pase antes o después, la resaca va a ser grande», ha advertido Ayala, quien ha considerado la situación actual como «una oportunidad para revisar nuestro modelo de protección social y nuestro modelo de sociedad».

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