MADRID 27 (OTR/PRESS)
Cada vez más los mandatos electorales definen la acción de Gobierno y oposición en función de la cita con las urnas: el objetivo de los partidos es conseguir el poder o las mayores cotas de poder, y en muchas ocasiones se convierte en un acto contradictorio con la elaboración de políticas y estrategias para el bienestar de los ciudadanos y el progreso de la sociedad en el medio y largo plazo.
Ahora mismo estamos observando las dificultades que tiene el Gobierno para sacar adelante sus proyectos. Se ha inventado el término «geometría variable» para definir alianzas instantáneas que duran lo que tarda en tramitarse el proyecto que requiere esos apoyos. Y cada pacto diverso puede convocar la extraña sensación de que no importan tanto los vectores resultantes de la trayectoria de Gobierno como mantenerse en él. Nada que objetar al procedimiento que es legítimo desde cualquier prisma democrático, pero ¿quién planifica políticas de largo recorrido que no verán sus frutos antes de terminar la legislatura y que pueden ser contraproducentes desde el punto de vista de la rentabilidad electoral inmediata.
Un ejemplo es la definición de un nuevo modelo económico que no sea dependiente de sectores tan vulnerables como la construcción y el turismo. Consecuencia de esa dependencia es la magnitud de nuestras tasas de paro comparadas con los demás países europeos. Pero cambiar un modelo económico es una tarea larga, compleja y constante. Tiene que partir de correcciones en el modelo educativo y de formación profesional para generar mano de obra cualificada acorde con los objetivos que se pretenden alcanzar. Nada más lejos de una política instantánea o que se traduzca demoscópicamente en adhesión de los ciudadanos.
Una gran reforma educativa, inversión en investigación y en desarrollos industriales que produzcan valor añadido desde unas cotas de productividad competitivas requiere tal vez una década de políticas llenas de sacrificio: ¿están nuestros partidos dispuestos a apostar al largo plazo, abandonar políticas demoscráticas y definir un futuro estable?
CARLOS CARNICERO
