Andrés Aberasturi – ¿Políticos o pastores?.


MADRID, 29 (OTR/PRESS)

Según informaciones solventes, trece diputados, trece, no se han estrenado aun en esta legislatura; en otras palabras: no han hecho otra cosa que apretar el botón diciendo SI o NO como Cristo -y los portavoces- les enseñan. No está mal. Y encima serán de los que abandonan el hemiciclo en los debates televisados mientras Durán espera paciente en la tribuna el desalojo grosero y masivo de señorías. Hay fotos que hablan por si solas y hasta es posible que, de seguir esto así, haya diputados o diputadas que echen su discurso al vacío, a la nada, a unos escaños definitivamente vacíos; no sé en cuanto está el récord, pero hay testimonios gráficos con no más de media docena de escuchantes. Naturalmente se nos dice que el trabajo parlamentario se hace en los despachos, en las comisiones y hasta es posible que en la cafetería; es posible, pero entonces algo falla: o se suspenden las reuniones durante los plenos o se suspenden esos plenos tan democráticamente bochornosos. Pero es que no se trata sólo de esos trece «fantasmas»; es que habría que leerse una por una las preguntas al Gobierno o las iniciativas presentadas por el resto para darse cuenta de la cantidad de* cosas raras (seamos condescendientes y no califiquemos de estupideces a las estupideces) que se les ocurren a lo largo de una legislatura. Pues así están las cosas.

No voy a caer en la fácil tentación de referirme a los sueldos, dietas y otros capítulos. Me da igual. Se trata de entender que así no vamos a ninguna parte, que este sistema electoral está caduco y que yo quiero que me represente gente que al menos se tome en serio su trabajo, quiero tachar de la lista a los vagos, a los inútiles, a los que están ahí porque de todo tiene que haber en el mundo. Y puestos a querer: después de 30 años de democracia, después de que tres partidos se hayan turnado en el Gobierno de la nación, después de que cinco presidentes ¿alguien sabe ya para que diablos sirve el Senado? En caso de que la respuesta sea negativa ¿hasta cuando va a durar semejante institución?.

Porque es fácil acusar con nombres y apellidos a los fantasmas del Congreso, pero es que el Senado, todo él, es un puro fantasma inútil que ni tan siquiera asusta: el techo de los presupuestos lo van a tumbar en el Senado, pero como luego vuelve al Congreso* ah, se siente. Y entonces ¿para qué pasa por el Senado? ¿Cuánto nos cuesta la Cámara Alta a los españoles? ¿Cuánto sus señorías, el servicio de limpieza, de ugieres, de seguridad, de luz y taquígrafos/as, de traductores/as, secretarios/as etc.? Lo del Senado es ya, a 2009, una verdadera tomadura de pelo. Pero ahí sigue, inasequible, fantasmal, inútil y con la esperanza de las prometidas reformas (calculen a una promesa de reforma por cada partido en cada campaña casi desde que se creó).

Se pasan el día hablando de dar ejemplo cuando hablan del contrario, pero nadie quiere un espejo para verse. Allá ellos; es cierto que con estas conductas no se acaba con la democracia, pero sí se acaba con la ilusión y el día que votar no produzca ni siquiera un mínimo y dulce escalofrío en el ciudadano, entonces , ay, no habrá políticos sino pastores. Igual es lo que quieren.

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