Esther Esteban – Más que palabras – De trajes y mentiras.


MADRID, 8 (OTR/PRESS)

Todos en el PP creían que el tema Camps quedaría en nada, que la causa abierta en el Tribunal Superior de Justicia de Valencia tendría un sonoro carpetazo, con lo que el asunto de los trajes pasaría a la historia como un mal sueño que puso, eso sí, al borde del abismo a uno de los políticos populares con mayor proyección nacional. No ha sido así y el juez que instruye el caso ha dictado un auto en el que considera que existen serios indicios de cohecho impropio. Es decir, que el presidente de la Generalitat no pagó cuatro trajes, aunque en el mismo se subraya que no hay ningún indicio de que favoreciera a la empresa de Alvaro Pérez, el famoso «Bigotes». Mas allá de esa tipificación casi absurda del Código Penal que castiga al supuesto corrompido y no al corruptor, lo cierto es que políticamente las cosas se le complican y mucho al líder de los populares, Mariano Rajoy, que ha unido su suerte a la del valenciano.

Está claro que lo de menos ya es el valor de esos trajes -apenas tres mil euros- y lo de más que un político mienta a los ciudadanos. «Yo me pago mis trajes», ha dicho reiteradamente el ahora imputado, que en todo este proceso se ha negado a coger el toro por los cuernos apelando a su inocencia. A muchos nos cuesta trabajo creer que alguien tire su carrera por la borda por una menudencia -por una cantidad irrisoria teniendo en cuenta el presupuesto millonario que maneja- pero con lo que no contamos nunca es con la condición humana, con esa que en un momento te hace perder el contacto con la realidad a base del halago fácil e interesado de quienes quieren medrar a la sombra de los poderosos. Camps podría haberse evitado este calvario con decir, simplemente, que habían abusado de su confianza y llegado el caso haber abonado el importe de los trajes más famosos de España.

Además, por si fuera poco, si la causa no es archivada, el presidente de la Generalitat tendrá que sentarse en el banquillo y ser juzgado por un jurado popular. ¿Como va a reclutar ese tribunal a nueve hombres justos y sin prejuicios ideológicos de ningún tipo? Sea como fuere, Camps, como todos, tiene derecho a la presunción de inocencia reconocida en el articulo 24 de nuestra Constitución lo cual no significa que de aquí al día 15 no vaya a vivir su particular semana de pasión. Si el día «D» en la vista previa se mantienen las acusaciones su futuro político será negro, muy negro.

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