MADRID, 8 (OTR/PRESS)
Muy pocas veces lo realmente importante coincide con lo más interesante. Es ley casi inmutable del periodismo. El mundo está cambiando, no sé si para mejor o peor -ni en eso se pone uno de acuerdo consigo mismo- y nosotros nos instalamos en el sillón para ver por la tele el funeral hortera por Michael Jackson o hacemos cola para ver la presentación multitudinaria que ese genio de las «public relations» llamado Florentino Pérez hace de su adquisición Cristiano Ronaldo. Pero eso sí: del magnífico discurso de Obama en Rusia, donde se juega el futuro de las armas nucleares, bastante poco o casi nada. Y lo mismo les podría decir a ustedes sobre la encíclica papal, «Caritas in veritate», donde Benedicto XVI nos revela una nueva e interesante faceta de su pensamiento, ahora relacionado con la crisis económica global. O también del G-8, que se reunía con inciertas perspectivas para el bolsillo de todos nosotros…
Pero por aquí (y por allá) interesa más el Berlusconi rodeado de sus, ejem, bailarinas que el jefe del Gobierno italiano, o sea el propio «cavaliere», que tiene que hacer de anfitrión de los más ricos del mundo (más Zapatero). O estamos haciendo un asunto de Estado de las anchoas que un presidente autonómico se lleva a La Moncloa -menudo resbalón dialéctico de la por otra parte habitualmente magnífica Rita Barberá-. O centrando el gran debate nacional en los trajes, que le pueden costar dos mil euros de multa en un juicio, eso sí, con jurado popular, a otro presidente autonómico. O en el tamaño del pez que pescó el jefe de los espías, como si su delito no hubiese sido más bien el tener en llamas eso que llaman «la Casa».
Nos centramos en lo pintoresco como si este país nuestro llamado España no estuviese a punto de quebrar su unidad interna con el debate -ya digo: la madre de todos los sudokus- sobre la financiación autonómica, que no hay quien lo comprenda, ni siquiera la vicepresidenta económica y, menos aún, el tercer vicepresidente, el autonómico, que ni se sabe qué hace. Como si el estado de las autonomías no anduviese ya en un muy inestable equilibrio.
Yo diría que hay noticias importantes, que exigen un tratamiento a veces dramático (y lo que está ocurriendo en la dictadura china, por ejemplo, lo es), noticias interesantes, que constituyen el pan y circo de las opiniones públicas de todo el planeta, y noticias-bobada, tantas veces propiciadas por la propia clase política. Quién sabe si con la insana intención de que la primera categoría de noticias, las trascendentes, quede relegada al nivel de «página par». Mucha serpiente de verano es lo que hay por aquí; alguna de estas serpientes incluso se nos aparece saliendo por la taza del retrete, palabra de honor.
