Victoria Lafora – Rosa es Rosa.


MADRID, 8 (OTR/PRESS)

Rosa Diez no soportaba la disciplina que cortaba las alas a sus iniciativas dentro del PSOE. Intentó el camino del ascenso interno, tuvo cargos de alta responsabilidad pero no llegó al puesto de mando. Pese a su brillante oratoria y su gran capacidad política muchos de sus ex compañeros no compartían su idea de defensa del Estado y su antinacionalismo.

Bruselas fue ese cementerio de elefantes a donde la envió el partido para quitarla de en medio y que dejara de criticar, cosa que las organizaciones políticas toleran muy mal. Pero Rosa es muy Rosa y lejos de arredrarse subió el tono y no quedó socialista europeo que no supiera que en el PSOE de Madrid no «había democracia interna».

Se fue. Fundó un partido con el impagable apoyo de Savater que luego hizo mutis por el foro. UPyD ha sido siempre el partido de Rosa y sus circunstancias. Ella es la diputada, la que lleva la voz cantante en los medios, la que marca la línea en los foros. El resto de la ejecutiva son unos absolutos desconocidos para los votantes que les apoyaron en las generales.

Al fin, Rosa ha encontrado el lugar que andaba buscando en la vida política: ser ella misma. El problema es que las «circunstancias» que la rodean, que tienen nombres y apellidos y se han cansado de hacer de atrezzo cuando hace falta salir en la foto para la campaña, le están aplicando su misma medicina. Es decir: la acusan de personalismo y de creerse que el partido es suyo. De falta de democracia interna.

De momento, catorce cuadros y militantes, de un partido que caben todos en un utilitario, han sido expedientados e invitados a marcharse y fundar otro partido. ¡Como suena a conocido!

Mikel Buesa, ex responsable del Foro de Ermua, y el coordinador de UPyD en Andalucía han decidido abandonar el proyecto. Buesa, precisamente, ha sido acusado de criticar a Rosa fuera de los canales internos de la pequeña organización que con tanto ahínco contribuyó a fundar ¿A que recuerda esto?

Los personalismos en política son peligrosos. Los excesivos liderazgos hacen que el elegido acabe creyendo que el partido es él y de ahí los excesos. Todos los dictadores comenzaron siendo gente que contó con los demás hasta que llegó al poder. A partir de ese momento los aduladores sustituyeron a los compañeros del principio. La crítica y el debate, dentro y fuera de los partidos, sea el PSOE, el PP, o UPyD, es imprescindible. Lo demás no es democracia.

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