Cayetano González – La advertencia de Aznar.


MADRID, 9 (OTR/PRESS)

Sabido es que la opinión del ex presidente Aznar sobre la estrategia política que ha llevado a cabo en estos últimos cinco años su sucesor en la presidencia del PP es manifiestamente mejorable. El problema que tiene Aznar es que fue él quien en el verano del 2003 posó su dedo sobre la cabeza de Mariano Rajoy para designarle sucesor, y por lo tanto eso le obliga a tener que contenerse, al menos públicamente, en la crítica. Lo cual no es óbice para que, por ejemplo, hace un año, en el Congreso del PP de Valencia, con las elecciones generales recién perdidas y con un follón interno en las filas populares de dimensiones considerables, Aznar escenificara su desencuentro con Rajoy, al que prácticamente no saludó cuando subió al escenario, amén de pronunciar un discurso muy duro contra quien iba a seguir siendo el presidente del PP.

Transcurrido un año desde aquel «incidente», Aznar y Rajoy han vuelto a coincidir, en este caso en la clausura del Campus de FAES, la Fundación que preside el primero. Aznar no perdió la ocasión para, después de felicitar a Rajoy por el último triunfo del PP en las elecciones europeas, lanzarle una clara advertencia: «Nos engañaríamos, si creyéramos que los éxitos del pasado garantizan el éxito del futuro», añadiendo que: «Sólo la defensa decidida, y muchas veces a contracorriente, de las ideas que defendemos; sólo la determinación de decir la verdad, aunque eso moleste a los guardianes de los políticamente correcto, sólo la exposición clara de una programa de futuro, con los sacrificios que exigirá y con los objetivos que busca alcanzar, nos hará merecedores del triunfo». Se puede decir más alto, pero no más claro.

No parece que la estrategia que se ha marcado a Rajoy, ¿o sería más exacto decir que le han marcado personajes como su asesor de cabecera Pedro Arriola?, vaya a ir por donde le señalaba Aznar. En la reciente «encerrona» del núcleo duro del PP en La Granja, la opinión predominante entre los asistentes fue reafirmarse en que la crisis económica que padece nuestro país es de tal dimensión que acabará llevándose por delante a Zapatero en las próximas citas electorales: municipales y autonómicas en el 2011 y generales en el 2012. Por lo tanto, si se tiene el convencimiento de que eso va a ser así -y los resultados en Galicia y en las europeas- avalan esa tesis, ¿para qué complicarse la vida, defendiendo ideas y valores que suponen abrir un frente de polémica en la opinión pública?

Y en esas está el PP de Rajoy. Mucha economía, mucho relativismo, mucho apoyo y encubrimiento a conductas y comportamientos altamente sospechosos, como el del tesorero del partido Luis Bárcenas, o a dirigentes como Francisco Camps, sobre el que cada día que pasa crece la sospecha que mintió, cuando aseguró ante la opinión pública y ante el juez que se había pagado los famosos trajes. Un PP desarmado ideológicamente, de perfil bajo, para no molestar, que puede ganar las elecciones, no tanto porque sea percibido como una alternativa ilusionante para el futuro de España, sino porque las pierda por sus propios errores el PSOE y Zapatero.

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