Andrés Aberasturi – Crecer dentro de un huevo


MADRID, 10 (OTR/PRESS)

Hay un tiempo en el que crees que los mayores tienen la culpa de todos los males; eso dura hasta que te haces mayor. Entonces desprecias a la juventud (aunque no lo confieses) porque sabes por experiencia que los jóvenes te hacen responsable de todos los males. Luego llega un tiempo de reconciliación provocada tal vez por la mala conciencia y aceptas y disculpas los excesos de la juventud. Al final te das cuenta de que nada de lo anterior es válido y que la vida es como es y la edad -y ese cuanto de la experiencia- no justifican casi nada más allá de pequeños matices, detalles, poses.

Por eso me parece preocupante que nuestros políticos, cada vez más, procedan de la política como oficio, que ingresen en las organizaciones juveniles, vayan a los campamentos que organizan sus siglas y asciendan en el escalafón sin otra realidad que la vivida más allá de la endogamia feroz del partido, de su aparato, de su verdad unívoca y excluyente en la que si discrepas, ya sabes que no hay futuro. Viven y crecen en el huevo angosto del pequeño despacho y cuando rompen la cáscara es para entrar directamente en el coche oficial.

Esta temeraria reflexión me la inspiran Leire Pajín y Madina que adoctrinaban a los jóvenes de su partido con argumentos realmente peregrinos tipo «el problema del PIB es que es claramente masculino» (Pajín) o reivindicar a los «antisistema» (Madina) cuando se es parte y hasta líder de ese mismo sistema en su versión más férrea. Hablo de Pajín o de Madina porque están ahí, pero lo mismo se podría decir de los jóvenes de Nuevas Generaciones y, aun más tal vez, de los cachorros de los nacionalismos.

Pero Leire Pajín es un caso peculiar. Siempre he dicho que sus intervenciones son una curiosa mezcla de ese «chillar bajito», esas pausas, esas repeticiones, y un final acelerado que tanto usa ZP para hacerse creíble y un manifiesto tono, y por lógica aun reciente, de delegada de curso universitario o casi. No lo sé, pero después de la conjunción planetaria, solo cabía esperar que el problema del PIB es que fuera «claramente» masculino.

No voy a detenerme en las contradicciones de ambos ni en los absurdos que introducen en sus discursos. Da igual porque me temo que en todas partes cuecen habas. El problema es el huevo: nacer y crecer en el seno acogedor del grupo/partido y llegar así a la Moncloa o a la planta noble de la oposición. Luego pasa lo que pasa, que les preguntas cuanto cuesta un café y te dicen lo primero que se les ocurre.

CONTRIBUYE CON PERIODISTA DIGITAL

QUEREMOS SEGUIR SIENDO UN MEDIO DE COMUNICACIÓN LIBRE

Buscamos personas comprometidas que nos apoyen

COLABORA

Lo más leído