José Cavero – Nadie plenamente satisfecho


MADRID, 11 (OTR/PRESS)

El modelo de financiación autonómica ha avanzado de manera sustancial en los últimos días, y todo permite suponer que está llegando a buen puerto, aunque la mayor parte de las Comunidades beneficiarias muestran alguna clase de objeción y de desconfianza. La lectura atenta de los diarios de cada lugar permite suponer, primero, que hay unos grandísimos deseos de que la historia termine de una vez, y con ella, termine el regateo impresentable y deshonesto que han mantenido, sobre todo, los dirigentes catalanes, reclamando más y más al Estado para, finalmente, no estar totalmente satisfechos con lo obtenido.

Siempre habrá una fuerza política que reclamaba más de lo concedido. En este caso, Esquerra Republicana de Cataluña: como cuando se negoció el texto del Estatuto, ha reclamado hasta el final, ha pedido una prórroga para ver si aún cabe alguna cesión más por parte del Estado, y finalmente, prefieren no apuntarse, y quedarse como opositores natos. En el resto de las Comunidades Autónomas, la mayoría de ellas han sido escasamente tenidas en cuenta. Se partía de lo que Zapatero había garantizado al comienzo de las deliberaciones: que todas saldrían beneficiadas con mayores dotaciones. Lo grave del asunto es que hay datos para comparar: primero, lo que se ha venido percibiendo hasta la fecha, y en segundo lugar, lo que percibirán «las otras», y según qué criterios.

Eso, en lo que se refiere al conjunto del Estado, en sus 15 Comunidades «normales», las que llevan cuenta aparte son Euskadi y Navarra, por sus peculiares regímenes fiscales, que juegan de otro modo a esta política: lo cobran todo y entregan una mínima parte al Estado, justamente lo contrario de lo que sucede en Andalucía, Cataluña, Galicia, las dos Castillas, etcétera, donde el Estado recauda la mayor parte de los impuestos, aunque cada vez menos, y reparte en función de determinados criterios a cada una de los Gobiernos regionales, para que cada ciudadano se vea finalmente favorecido por los impuestos de todo el territorio de manera solidaria.

Precisamente, la palabra solidaridad ha estado en todas las negociaciones: ¿dónde empieza y acaba esa exigencia de que una región resulte solidaria con las restantes? O lo que es lo mismo, ¿por qué cada extremeño o gallego ha venido percibiendo más «per cápita» que cada catalán, cuando los catalanes demuestran que conseguirán mayores rentas si tienen más disponibilidades económicas? Eso, de una parte, y en la contraria, el debate sempiterno: ¿Se paga por cada ciudadano «útil» y en edad de producir, o se priman las clases pasivas, los ciudadanos que se han visto obligados a emigrar porque la propia tierra no les da oportunidad para su propio desarrollo personal? Y, por tanto, ¿se pagan los kilómetros cuadrados en los que se hacinan habitantes, o los kilómetros cuadrados en los que ni siquiera hay ciudadanos? Todas esas variables se han debatido durante meses, e incluso años, en esta discusión interminable sobre los dineros del Estado y cómo compartirlos.

Finalmente, los catalanes se llevan el gato al agua, porque después de todo han sido los que más se han quejado. Más razones tienen para la queja, y más votos pueden ofrecer a cambio Los andaluces tampoco salen mal parados. Mejoran madrileños y valencianos. Y el resto de los territorios tendrá que ver las cifras últimas, comparar con las propias del modelo anterior, y comparar con las de las regiones en situación parecida en población, envejecimiento de la población, desertificación del territorio

JOSE CAVERO

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