Consuelo Sánchez-Vicente – Que sea para bien.


MADRID, 12 (OTR/PRESS)

El guiso no era fácil, y tras meses en el horno el catering de la financiación autonómica ha llegado este domingo. A la vicepresidenta primera de la Vega le correspondió servir el aperitivo político, con «banderilla» al PP incluida. Primero, la aceituna: los ciudadanos, según de la Vega, pueden tener la seguridad de que el nuevo sistema es solidario y garantiza el acceso a los servicios públicos en condiciones de igualdad. Después el pepinillo: si el PP no lo vota a pesar de presidentes populares como los de Madrid o Valencia se han mostrado a favor -añadió- será solo por perjudicar al gobierno. Y al final, la guindilla: si las autonomías populares aceptan el dinero pero el PP vota en contra del sistema, concluyó, será como una película de Woody Allen, «Toma el dinero y corre».

De los platos fuertes se hizo cargo en rueda de presa la vicepresidenta segunda Salgado, con una, para mí, muy buena y muy bien estructurada exposición tras la que no dejó ninguna pregunta de los periodistas sin responder. Que el actual sistema de financiación autonómica tenía que cambiar ya no lo discute nadie. Así lo vienen reclamando las autonomías desde 2004. Y tenía que cambiar porque la población -el principal criterio que va regir el nuevo modelo- ha crecido de 37 millones de habitantes a 43 millones desde que en 2002 entró en vigor el actual sistema, que, a diferencia del que ahora está en el horno, como recordó Salgado, contra lo que a veces pensamos, no garantiza la prestación en pie de igualdad de los servicios públicos fundamentales en toda España

Reforzar el Estado de Bienestar y garantizar a todos los ciudadanos de España la prestación de los servicios públicos fundamentales, como la sanidad, la educación y los servicios sociales, era la condición irrenunciable, y con el nuevo sistema, según la ministra, quedan garantizados por ley. Todas las autonomías van a contar, según dijo Salgado, con una financiación per cápita acorde con lo que han pedido cada una de ellas al Gobierno en función de los criterios de dispersión, envejecimiento y similares que más les afectan. Queda, claro, lo importante: que las Cortes lo aprueben, y ver de dónde va salir el dinero, y que el nuevo modelo supere la prueba de la realidad, es decir, que del dicho al hecho no medie el trecho que separa a veces la mentira de la verdad en la política. O sea, que ya veremos. La música, a mí, debo decir que me suena bastante bien. La letra, lo dirá el tiempo.

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