José Cavero – Moratinos, éxito o traición a la patria.


MADRID, 22 (OTR/PRESS)

Parece que no hay término medio. Mientras que para unos la visita que efectuó este martes el ministro de Asuntos Exteriores, Miguel Angel Moratinos, al Peñón de Gibraltar es todo un éxito y una demostración palpable y pragmática de «lo que hay que hacer» entre dos territorios vecinos, diálogo y colaboración, parta otros no deja de ser una demostración del «zapaterismo de alta traición a la patria», ni más ni menos. Frente a quienes han señalado que se trata de una visita histórica, los opositores al viaje no han dudado en hablar de «traición histórica» ni más ni menos. En todo caso, y como se señala hoy en un medio informativo, ha bastado una foto para que la polémica sobre el contencioso de Gibraltar haya resurgido con virulencia.

¿Cuánto tiempo hace que Gibraltar no movía un solo gesto, una pancarta, una actuación diplomática? No hay ya memoria de las gestiones de los antecesores de Moratinos, desde los tiempos de Franco, cuando actuaban, preferentemente, «para recuperar ese territorio», y para recordar hasta la saciedad que la soberanía española es indiscutible y no se puede olvidar en ningún caso. El propio Moratinos recordó ayer, ante sus anfitriones de La Roca -su ministro colega británico David Miliband y el ministro principal del Peñón, Peter Caruana- que España sigue aspirando a recuperar ese territorio cuyo destino llegó a pretender Franco que se uniera a los destinos que finalmente impusiera la Segunda Gran Guerra, en una eventual colaboración con Hitler.

El apretón de manos de Moratinos no es novedoso; pero el paisaje si lo era este martes del evento, cuando, por primera vez, un ministro español aceptaba pisar el territorio reclamado por España desde hace 300 años. Un gesto de reconocimiento que, según ha destacado Javier Arenas y algún otro dirigente del PP, transmite la imagen de cesión, de ruptura con una posición de «firmeza anticolonialista» -claro que perfectamente inútil y sin efectos prácticos- que han mantenido todos los Gobiernos hasta el día de ayer.

Si en otros tiempos era relativamente fácil y frecuente echar a las calles a miles de personas reclamando la devolución de Gibraltar, hoy se ha podido comprobar que esa «causa» no es capaz de movilizar, apenas, a la «oposición a todo lo que uno se pueda oponer». Los ciudadanos seguiremos preguntándonos cuál de las dos actitudes resulta más útil y provechosa: la de siempre, la de la reclamación pura y dura pero sin la menor esperanza de lograr nada, ni en la ONU ni en la UE, o esta «colaboración y diálogo» que Moratinos llevó ayer a la punta sur de España y de Europa, acaso para empezar a cambiar las cosas no se sabe en qué dirección. Ojalá pudiera servir, por lo menos, para empezar a hacer efectivo el final de los territorios especializados en evasión de capitales e imperio de las economías más «negras» del Planeta, contra las que se manifestaron recientemente los dirigentes de los países reunidos en el G-20 ó 21.

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