El pito del sereno


MADRID, (ABC) Lo habitual es que los «expertos», obsesionados por hacerse imprescindibles, envuelvan su actividad en una nebulosa terminológica y se parapeten tras el argumento de que sus asuntos son complicados, pero la vida política no tiene reglas muy diferentes de las que rigen la existencia cotidiana.

Las cosas suelen ser lo que parecen, la explicación acertada coincide casi siempre con la más evidente, y a la hora de tomar decisiones, lo recomendable es guiarse por el sentido común.

Por eso me deja tan estupefacto la proclividad que tienen Zapatero y su Gobierno a aliarse con tipos reprobables o de dudosa moralidad.

La familia te llega asignada, pero los amigos se eligen. Es obligado preguntar si los genios que dirigen la política exterior española no podrían escoger mejores compañeros que el guineano Obiang, el gibraltareño Caruana, el venezolano Chávez, el iraní Ahmadineyad, el nicaragüense Ortega o el hondureño Zelaya.

Aun dando por válido que los estados, como las sociedades anónimas, no deben guiarse por sentimientos sino por intereses, me parece poco estético que todo se mida en términos de rentabilidad económica. Los gestos son importantes y más en diplomacia.

El Obiang que se merendaba los entresijos de sus enemigos tribales no es esencialmente diferente del que viste trajes de Armani y nada en un mar de petróleo.

El Ahmadineyad de la Alianza de Civilizaciones es el mismo que ahorca homosexuales en las grúas. El Ortega presidente elegido en 2007 es el mismo que robó los fondos del Banco Nacional cuando perdió las elecciones de 1990, o ha sido acusado de violación reiterada por su propia hijastra.

De Chávez, qué les voy a decir. Lo que me fastidia del tipo no es sólo que pegara a su mujer, persiga estudiantes, censure periodistas y manipule la Constitución. Es que encima toma a Moratinos por el pito del sereno.

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Autor

Alfonso Rojo

Alfonso Rojo, director de Periodista Digital, abogado y periodista, trabajó como corresponsal de guerra durante más de tres décadas.

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