Andrés Aberasturi – El culebrón no ha terminado


MADRID, 3 (OTR/PRESS)

La decisión del Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad Valenciana de archivar la causa contra el presidente Camps en el asunto de los trajes, no va a poner fin a este culebrón con el que vamos conviviendo ni se sabe ya cuántos meses. Los socialistas valencianos han anunciado, como es lógico, que piensan recurrir el Auto ante el Supremo y el caso durará mientras del tema se pueda sacar algún provecho.

Pero aunque las razones del PSOE puedan ser puramente políticas o electorales, a mí me parece necesario que el Supremo se pronuncie y a ver si tenemos suerte y deja claro de una vez ese convoluto entre cohecho activo, pasivo, las dádivas, los trajes y los bolsos. Sería bueno que todos supieran a qué atenerse y en ese sentido el voto particular de unos de los magistrados valencianos resulta sin duda positivo.

Leyendo todo el auto del TSJCV, los que estábamos medio convencidos de que el caso Camps tenía muy poco recorrido jurídico, nos hemos convencido del todo. Además de las múltiples contradicciones de unos y de otros, de la falta de «seriedad contable» en el asunto, lo que resulta absurdo es que se pague, agradezca o se trate de ganar el favor de alguien a base de corbatas y trajes de mil euros cuando lo que se ha recibido son diversas adjudicaciones que superan con creces varios millones de euros. Hay un principio que casi nunca falla: cuando algo no tiene sentido, es muy difícil encontrárselo. Y eso ha sido así.

Otra cosa es que por el buen hacer político y la elegancia ética, el presidente Camps nunca debió aceptar -si es que lo hizo, porque él lo niega- ese tipo de regalos. Pero no era lo que se juzgaba y por eso el TSJCV decide el archivo. El buen gobierno no se establece en los tribunales sino en la conciencia de cada uno.

Así que ahora toca lo de acatar la decisión pero no compartirla por una parte y por la otra lo que ya adelantaba Rajoy: recomendar tila por lo que se considera un triunfo. Y así hasta el imprevisible Tribunal Supremo. Y queda también la rama madrileña del caso que no parece que vaya a ser lo mismo y el desagradable asunto de Bárcenas que tampoco está muy claro. Pero tiempo al tiempo. Lo que va a ser curioso -si es que llega a saberse algún día- es el final de las investigaciones que se deben estar llevando a cabo sobre las filtraciones a determinados medios de conversaciones que ni siquiera están en los sumarios.

Eso, que sólo parece que el PP utiliza como cortina de humo, es infinitamente más preocupante que lo de los trajes. Eso atañe al derecho a la intimidad y roza un tema tan absolutamente indispensable como es la libertad, las libertades que la Constitución protege y que, por cierto, el Supremo no termina de casar: la libertad de información y la inviolabilidad de la intimidad, mi propia libertad.

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