Charo Zarzalejos – Di hola.


MADRID, 08 (OTR/PRESS)

El Colegio de Médicos de Madrid ha lanzado su propia campaña para prevenir la Gripe A, que como vemos todos los días no se cansa en su afán de contagio. Los médicos madrileños bajo el lema «no beses, no des la mano, di hola», nos aconsejan no entrar en contacto personal con los demás. La cercanía entre humanos es un gran aliado del virus y esto es algo demostrado científicamente.

Pero si abrimos las páginas de periódicos y revistas nos encontramos con enormes elencos de consejos para vivir de manera «más saludable». Hay que comer lo justo y, si quiere adelgazar, opte por lo «light», pero hay que mirar bien la etiqueta, porque no todo lo «light» lo es realmente; además, el ejercicio diario es bueno para el corazón, la celulitis, la depresión y hipertensión. Para que ésta, la hipertensión, no aparezca, hay que prevenir y lo mejor es comer con poca sal, controlar el peso y no llevarse disgustos, porque la ansiedad es un factor de riesgo. Tan de riesgo que contribuye a muchos desastres que van desde la caída del pelo al sobrepeso y, ya puestos, al infarto masivo.

Para evitar el infarto, no sólo hay que tener en cuenta todo lo anteriormente relatado, sino que es conveniente una rigurosa dieta para traer a raya el colesterol y para tener mejor control de la situación realizar un estudio de los parientes más próximos, porque al parecer, si el padre o la madre han fallecido por un ataque cardiaco, el hijo en cuestión tiene más probabilidades de fallecer de lo mismo.

En el concepto de «vida saludable» se incluyen otros muchos aspectos. Porque, por ejemplo, uno tiene una «vida saludable» cuando se mira al espejo y se gusta y resulta que para «gustarse», para «estar a gusto consigo mismo», nada peor que descubrir esa horrible arruga que apenas hace unos meses no había asomado la cabeza, o esa pata de gallo que «quita luz a tu mirada». Para evitar estos «malestares» se puede optar por las pastillas que «rejuvenecen desde dentro» o ir directamente al botox, al láser o a esos arreglos «sin cirugía ni anestesia». Pero aquí no acaba la cosa, porque las arrugas también se pueden prevenir: limpieza facial diaria, masajes adecuados cada quince días, buenas cremas de día, de noche y de mediodía, verduras y frutas, además, claro está de ocho horas de sueño y dos litros de agua al día y a ser posible una buena dosis de música clásica con las piernas en alto para descongestionar tobillos y prevenir varices. Como colofón, ni acercarse a un estanco porque el tabaco mata.

No seré yo quien haga chirigotas con todo aquello que objetivamente nos hace daño, ni bromas con la salud propia y ajena, y ni mucho menos, osaré poner en tela de juicio lo científicamente demostrado. Sin embargo, nadie me ha explicado todavía por qué mujeres de ochenta años, que no han hecho otra cosa que trabajar en su vida, tienen cutis de sesenta; ni consta en ningún reportaje el por qué jóvenes deportistas caen fulminados o personas que no saben lo que es un cigarro dejan esta vida, cuando todavía tenían mucha por delante, fulminadas por un cáncer de pulmón. ¿No será que no todo se puede prevenir? ¿No será que el destino de cada cual tiene mucho de impredecible? ¿No será que en el fondo todos y todo depende de un hilo que se escapa al microscopio y a los consejos de «vida saludable»?.

Hago un somero recuento de todo lo que hay que hacer para «prevenir» y al mismo tiempo llevar una «vida saludable» y lo que no encuentro es tiempo simplemente para vivir. ¿Se imaginan llevar a rajatabla, día a día, todos los consejos que se nos brindan? Es posible que de cumplirlos nuestro cutis pareciera porcelana, nuestras tripas estarían lisas y duras como el mármol, nuestro colesterol sería el perfecto y nuestra tensión arterial de libro, porque dormiríamos ocho horas y no tendríamos un solo disgusto.

Pero ¿y la vida? Me lo pregunto porque eso será, es, «muy saludable», pero no es vida. La vida, el vivir, conlleva malas noches, muchas alegrías y algún que otro disgusto. Supone, en más de una ocasión, comer mal y deprisa. Y para llevar dinero a casa, o bien hay que estar muchas horas sentado, en esa postura tan mala que acaba con la espalda, o de pie, que es horrible para la circulación. Ahora nos dicen que nada de besar, nada de dar la mano. Mejor, «di hola». Y miedo me da que a este paso alguien, en algún momento, se le ocurra algo así, como «cuidado con la vida que mata». Hagamos caso a los médicos y cuidémonos de manera razonable. Muy razonable, porque llevamos paso de tener más miedo a la vida que a la muerte y eso sí que no.

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