Francisco Muro de Iscar – Oriente y Occidente


MADRID, 9 (OTR/PRESS)

Fatema Mernissi es una de esas mujeres marroquíes que está cambiando el mundo. O ayudando a que cambie. Hija y nieta de mujeres analfabetas, doctora en sociología, escritora, conferenciante y Premio Príncipe de Asturias, hasta los veinte años sólo habló árabe, pero esa frontera se le quedaba muy pequeña y aprendió varias lenguas. Hoy, su voz, como la de otras mujeres del «tercer mundo» es alta, clara, firme y premonitoria.

Occidente mira hacia Oriente con la soberbia del poderoso, pero Oriente nos mira con otros ojos. Hasta 1991 el monopolio de la comunicación lo tenía Occidente, pero los árabes empezaron a invertir en comunicación y actualmente hay 500 canales de televisión panárabes, que serán 1.000 en 2014. Dominar la comunicación es un requisito fundamental. Pero Occidente no parece consciente de esa revolución. Mernissi asegura que la imagen de Occidente que reflejan esos canales es «una visión irracional, hasta el punto de que ya han dejado de verlo como un mundo en democracia», entre otras razones porque «se transmite que el potente sector armamentístico controla los Parlamentos». «Cuando un político occidental sale en pantalla hablando de las democracias occidentales», añade, la reacción del público es la sonrisa, incluso la carcajada». Hay, sin embargo, una esperanza. Según Mernissi, «las mujeres han invadido la televisión, son quienes toman las decisiones y ese se ha convertido en el gran problema del mundo árabe, ya que el Islam cree que la mujer es poderosa y por ello no debe entrar en la esfera pública porque ahí puede hacer política». El miedo a la mujer no es sólo un prejuicio del mundo árabe.

Los canales que se reciben en Rabat o en Ryad o en Damasco, dice la autora de «El poder olvidado: las mujeres ante un Islam en cambio», «sólo muestran «bombas, dolor y sufrimiento». Por eso se ha embarcado en una cruzada por el amor y contra uno de los males de nuestro tiempo, el consumismo, que tampoco es ya un monopolio occidental. «No hay fronteras, la catástrofe del consumismo lo invade todo como un tsunami. El consumo es una demostración de egoísmo, nos hace querernos sólo a nosotros mismos». Mernissi apoya su diagnóstico citando al humanista Richard Fox para quien «el consumismo y las economías de libre mercado son la nueva religión que domina el mundo, los sacerdotes son los economistas; los misioneros, los publicistas; la iglesia, la gran superficie; y los creyentes los consumidores».

Seguramente, como dice la escritora marroquí, «el amor es la única fuerza potente contra la guerra» pero no tengo respuesta para su pregunta de por qué existen escuelas de negocios y no existen escuelas para aprender a amar. Con la falta que hacen. La esperanza, no sólo en el mundo árabe, pero sobre todo allí, está en las mujeres. En que decidan no callar más y luchen abiertamente contra quienes para mantener sus privilegios, les niegan la igualdad y los derechos.

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