Agustín Jiménez – Túneles negros, verdes, rojos.


MADRID, 18 (OTR/PRESS)

El anuncio oficial es que, hace tres días, Alemania y Francia salieron del túnel. No se ha comunicado la hora exacta, que debió de ser un cuarto de hora antes de que los ministros correspondientes salieran corriendo de su bikini para transportar la nueva a las estaciones más próximas de comunicación de masas. Dos días después, Japón, la otra, abandonó el tramo de túnel que le ha tocado en esta crisis. A la vez, los especialistas escriben y escriben sobre el imparable apogeo de los sistemas asiáticos y en Somalia siguen sin darse por enterados de la crisis. El caso es que donde había una contracción, por ejemplo, del 6%, ahora solo se pierde un 0,1%, lo que parece que es un indicio la mar de positivo. Todos nos hemos acostumbrado a manejar datos que no entendemos y esa clase de anuncios acaban de confundirnos. ¿Alguien visualiza a un país en forma de globo que encoge de pronto un 6%? En situaciones cuyo único recurso intelectual es el chismorreo y la mala leche, la comprensión de las metáforas económicas es aun más difícil. A ningún español decente lo ayudarán a formarse una opinión los datos confusos de la macroeconomía. (Tampoco nadie ha visualizado a la dicha macroeconomía. ¿una economía muy gorda?). Si el español no pasa hambre y siente simpatías por Zapatero, igual está empezando a ver una luz roja o un tallo verde al final del túnel negro. Si come bien pero milita en la desleal oposición o en un grupo de prensa al que el gobierno le haya negado un monopolio, o si simplemente se llama Cristóbal Montoro, largará pestes sobre el interminable túnel negro en que las autoridades dan palos de ciego. Aunque diversos secretarios de Estado repitan como loros que la disminución de la contracción se ha descontraído o que la caída de la morosidad está remontando.¿Quién ha visto que un español cambie de ideas? Otro que, fiel a sus principios, no abandona su túnel es Dick Cheney, quien tuviera el privilegio de maquinar la destrucción de miles de seres humanos a las órdenes del exquisito George Bush y que esta temporada negocia la publicación de sus memorias. La ventaja de las personas con principios es que tienen la conciencia tranquila. En una entrevista de televisión, Cheney hace suyo la sensación de haber cumplido su deber («a great sense of accomplishment») que manifestó el patán tejano cuando lo largaron y reitera que los muertos irakíes y americanos merecieron la pena. Convertir en colador Bagdad, la ciudad de las mil y una noches, fue una gesta heroica. Cheney, Bush, Tony Blair y la recua de sus cómplices solo compartían principios morales con Bin Laden, quien, por cierto, no ha conseguido matar a tanta gente como ellos. Son esos políticos cuyo oficio es posar para la eternidad como tuneladores de la mierda. Como diría un influyente grupo de supersticiosos, lo grave no son las dificultades económicas sino la crisis de valores. Sobre la crisis económica, Cheney cuenta que ellos no tuvieron nada que ver.

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