Victoria Lafora – Miedo


MADRID, 22 (OTR/PRESS)

Habiendo, como hay, tantos flancos débiles en la política del Gobierno, ¿Por qué se empecina el Partido Popular en hacer de la persecución política y los supuestos pinchazos telefónicos a sus miembros el principal argumento de oposición?

La respuesta no puede ser otra que el miedo. Miedo a que del caso Gürtel siga extendiéndose como una pringosa mancha de chapapote que se lleve por delante a distinguidos miembros del PP. Miedo a que se demuestre algo más que mentiras y corrupciones personalizadas –aunque estas sean muchas y muy notorias– y a que la mancha llegue a filtrarse en las estructuras del propio partido. Miedo a que la magnitud que va adquiriendo el caso impida que funcione, como hasta ahora, esa extraña pero cierta reacción de que a mayor sospecha más votos. Miedo en definitiva a perder unas elecciones que -con la que está cayendo- creían tener al alcance de la mano.

De aquí que los estrategas del partido hayan impuesto la teoría «goebbeliana» de que una mentira repetida mil veces se convierte en verdad, unida a que la mejor defensa es un buen ataque. Y se equivocan. Se equivocan seriamente porque con esa estrategia no solo están socavando todas las normas de un estado de derecho –y los ciudadanos terminarán reprochándoselo–, sino porque con su empecinamiento en construir conspiraciones sin pruebas, esos mismos ciudadanos no tardarán en verles el plumero. Ya tienen la experiencia de las mentiras sobre el 11-M que le costaron las elecciones al Partido Popular. Pues no rectifican; la mantienen y no la enmiendan.

Y es que el miedo es muy mal consejero. «Ese largo y angustioso escalofrío que parece mensajero de la muerte*», como diría Valle Inclán, no les deja pensar con la serenidad que requeriría una estrategia de oposición lógica y eficaz. Se enrocan en falsas conspiraciones convencidos de que es la mejor manera de espantar fantasmas, y arremeten contra el Gobierno, el Partido Socialista, policías, jueces y fiscales, en un «tótum revolútum» sin la más mínima prueba, tratando de que esa peculiar forma de coacción, que ha podido darles resultados a corto plazo y en determinadas plazas, siga surtiendo efecto.

Así, Maria Dolores de Cospedal, mujer inteligente y, hasta ahora, prudente, comparece ante los periodistas con evasivas y balbuceos para decir que las pruebas de sus acusaciones están en los propios medios y solo basta echarles un vistazo para darse cuenta de su contundencia. Increíble. Es de suponer que el Partido Popular acudirá a los tribunales europeos, como amenaza, llevando una carpeta con recortes de prensa. Pues van a ser la risión europea.

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