Fernando Jáuregui – La semana política que empieza – Demasiados globos sonda


MADRID, 30 (OTR/PRESS)

Aseguran que, cuando no hay contenido real en la vida política de una nación, empiezan a proliferar los bulos, los rumores y esas curiosas «operaciones políticas» que casi nunca llegan a buen puerto. La verdad es que las vacaciones políticas, que oficialmente concluyen este lunes, parecen haber generado poco pensamiento original en el magín de los principales responsables de la cosa pública, y sí muchas declaraciones controvertidas, muchos alfilerazos mutuos, demasiadas hipótesis sin base y no pocas divagaciones fruto de la improvisación.

Temo que algo de todo eso haya correspondido a los dos principales contendientes por el puesto en La Moncloa: José Luis Rodríguez Zapatero ya nos indicaba el pasado viernes, en su esperada rueda de prensa de fin de curso y comienzo de otro, que el fruto de sus meditaciones en La Mareta no ha sido excesivamente abundante. Y algo similar me atrevería a decir del líder de la oposición, Mariano Rajoy, tras su reaparición el sábado en el inicio del curso en Soutomaior, Pontevedra: realizó su acostumbrado diagnóstico demoledor -y me parece que bastante certero en muchos aspectos_ de la trayectoria del Gobierno socialista, pero de ofrecer soluciones de recambio, nada.

Cuando las perspectivas de las cifras de paro para este regreso son, aseguran, abrumadoramente desalentadoras; cuando -¡al fin!_ parece que el Tribunal Constitucional va a abrir el importante melón de su sentencia sobre el Estatut, en un clima de cierta relajación del Estado; cuando parece que la recta final de la lucha contra ETA está a punto de emprenderse; cuando va a comenzar el curso académico más controvertido por muchas razones, pandemia de gripe A incluida, los dos principales partidos nacionales se enzarzan en un lanzamiento de acusaciones de espionaje telefónico o a un debate sobre si han de subir o bajar los impuestos en el que nada de concreto y tangible se aporta.

Ambos se ofrecen, sobre el papel, pactos de Estado en los que lo más patente es que no hay voluntad de pactar. Y aguarden ustedes al mensaje de Zapatero en el ya tradicional y siempre extraño comienzo formal del curso en Rodiezmo: ante un mar de pañuelos rojos, ZP va a sacudir sin piedad a la derecha, de la misma manera que, en Valencia, Rajoy le va a sacudir de lo lindo a él el próximo fin de semana. Así que ya digo: de pacto, nada. Que los españoles -lo muestran los sondeos, las declaraciones de líderes sociales y económicos, lo reclaman los medios- lo exijan es, por supuesto, lo de menos.

Así que no me extraña, situados en el clima de banalización y mera supervivencia en el que estamos, que los periódicos transmitan el resultado de algunas «reflexiones» de este verano en los Estados mayores de los partidos. Y que esas reflexiones no vayan más allá de que si el gallego Núñez Feijóo sustituirá en el papel de «delfín» de Rajoy a un desgastado Camps; que si ya existe una lista de ministros que son candidatos a alcaldías importantes (¡incluyendo María Teresa Fernández de la Vega para competir contra Rita Barberá en Valencia!); que si hay pactos secretos sobre el Estatut… Cuando tratas de contrastar esas informaciones dominicales, percibes que son apenas lo que al principio decía: caldos de cerebro propios de la ausencia de información sólida y tangible, porque desde las fuentes de poder esa información trascendente, importante más que interesante, no se suministra… simplemente porque no existe.

Así, dudo que Núñez Feijoo, que ha sacado adelante las elecciones gallegas por la mínima y presenta un perfil demasiado adusto, vaya a ser, sin más, contra lo que dicen algunos por los meandros de la Xunta gallega, el hombre que en un momento determinado pueda sustituir a Rajoy. Francisco Camps tiene muchos más votos presentes y futuros y, dentro de año y medio, las salpicaduras del «caso Gürtel» se habrán olvidado, especialmente desde que en los puestos clave de la Generalitat está situando a personas de trayectoria y honradez probadas, como la nueva portavoz Paula Sánchez de León. Y yo apostaría que las posibilidades «sucesorias» de Ruiz Gallardón, si alguna vez las hubo, se van a diluir aún más a la hora del batacazo olímpico y tras la irritación de muchos madrileño y visitantes con unas obras en Madrid faraónicas y sin demasiado sentido. Así que en los cenáculos a los que tan aficionada es la derecha me parece que pueden ir abandonando esas operaciones conspirativas que jamás cesaron: a Rajoy le atacan muchos medios y las encuestas, pero será el candidato a La Moncloa en 2012.

De la misma manera que dudo que vayan a salir adelante la mayor parte de las especulaciones que quieren colocar a medio Consejo de Ministros en alcaldías importantes: ni Beatriz Corredor tiene perfil para ser candidata al Ayuntamiento madrileño, ni lo tiene tampoco Angel Gabilondo. Y, si alguien le propone a la vicepresidenta primera pelear por al alcaldía valenciana, las carcajadas se oirán hasta en la Malvarrosa. No: todas esas no son más que operaciones sobre el papel fruto del aburrimiento de los funcionarios de los partidos ante la falta de un trabajo real, serio, profundo y constante de preparación del futuro de los españoles, no simplemente de preparativos para ganar las próximas elecciones municipales y autonómicas y, luego, las generales. Así nos va con esa visión chata, que solo planea maquillajes y conejos de peluche sacados de chisteras ya sin lustre, con un horizonte que termina en 2011 y, como mucho, en los comicios generales de 2012.

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