Cayetano González – Entre la insolvencia y el despropósito.


MADRID, 3 (OTR/PRESS)

Está el patio nacional como para salir corriendo y no parar, ni mirar para atrás hasta alcanzar un punto lo suficientemente alejado a donde no llegue nada de lo que sucede en este país llamado España. El espectáculo dado durante el mes de agosto tanto por el Gobierno como por el principal partido de la oposición es de los que hacen época. Me reafirmo en algo que los hechos van corroborando ya no mes a mes, ni semana a semana, sino, prácticamente, día a día: nuestros actuales gobernantes, la mayoría de los políticos de uno u otro signo nos toman a los ciudadanos por tontos. Repasemos algunos episodios recientes.

El ejecutivo aprobó en un Consejo de Ministros celebrado a mediados de agosto un decreto-ley por el que se concedían 420 euros a todos aquellos trabajadores que se hubieran quedado sin la cobertura del desempleo a partir del 1 de agosto. Los partidos de izquierda y el sindicato UGT presionaron a Zapatero para que ampliara el plazo de esta ayuda hasta el 1 de enero, y el presidente, ni corto ni perezoso, dejando al pie de los caballos tanto a su Vicepresidenta Económica, Elena Salgado, como a su ministro de Trabajo, Celestino Corbacho, cedió ante estas presiones, que van a suponer a las arcas del Estado la friolera de 3.200 millones de euros al año. Con la subida de impuestos, ha sucedido algo parecido. Hemos pasado del «bajar los impuestos es de izquierdas» que dijo el presidente no hace tanto tiempo, al anuncio de una subida de impuestos «temporal» y «limitada», que no se sabe muy bien en que va a consistir.

La imagen de insolvencia, de improvisación, de ir poniendo parches sobre la marcha que está dando el Gobierno en materia económica está resultando patética. Parece que el famoso «como sea» de Zapatero lo está aplicando con el máximo empeño para intentar capear los efectos devastadores de una crisis que nos situarán desgraciadamente en muy pocos meses en la barrera de los cinco millones de parados.

En cuanto al principal partido de la oposición, el verano que nos han dado tampoco tiene desperdicio. Acabó el PP el mes de julio con el agua al cuello debido fundamentalmente a su enrocamiento con el caso Gürtel y sus derivadas valencianas (Camps) y madrileñas (Bárcenas). Y en lugar de aprender de los errores cometidos en los últimos meses, va la secretaria general de los populares, María Dolores de Cospedal, y en los primeros días de agosto lanza una gravísima acusación al Gobierno de estar espiando telefónicamente a varios dirigentes de su partido. Hoy es el día en que el PP todavía no ha presentado ni una sola prueba ante los tribunales que justifique tan grave acusación. Con lo cual, al desprestigio que actuaciones de este tipo conlleva para quien las formula, habría que añadir un clamoroso error de estrategia de comunicación política: mientras que se hable de supuestas escuchas, no hay hueco para hacerlo de la situación real del país y de la actuación del Ejecutivo ante la crisis económica, amén de proyectar una imagen muy poco solvente como partido que pretende volver pronto al Gobierno de España.

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