José Cavero – España está en guerra abierta


MADRID, 3 (OTR/PRESS)

No es novedad absoluta la afirmación de que nuestro país y nuestras tropas estén en guerra abierta en Afganistán. Pero hasta la fecha, más o menos se había creado la ficción de que nuestros soldados enviados a Afganistán estaban en una especie de ONG o de aportación universal de ayuda humanitaria y desinteresada por meros intereses de «ideología occidental y cristiana» frente al mal absoluto que es el islamismo agresivo de los talibanes. Eso es lo que, cuando llegaron las primeras tropas a Afganistán, proyectaban algunos mandos: colaborar con la sociedad civil en la construcción de escuelas y hospitales y esforzarse en la mejor aceptación de la mujer en la sociedad afgana. Pero esas buenas intenciones han ido chocando, ciertamente, con el islamismo agresivo de los talibanes, y frente a él no parece que baste la amabilidad y la cooperación humanitaria, como vienen comprobando las 41 naciones que están aportando tropas a la solución del difícil problema llamado Afganistán. Allí hay, sobre todo, o antes que nada, una guerra cruel y cruenta, que lleva cosechados unos cuantos centenares de muertos, en la actual fase en que las Naciones Unidas y la OTAN vienen apadrinando «la fuerza internacional de asistencia para la seguridad». La situación viene empeorando de mes en mes desde ya hace un tiempo largo, y sobre todo en las últimas semanas, con ocasión de las elecciones que acaban de producirse en el país, y cuya victoria, en la primera vuelta, se reparten Karzai y Abdullah.

Cabe recordar que en este peligroso destino en el que hay una considerable presencia de tropas españolas, han perecido ya unos cuantos insurgentes, o talibanes, o terroristas islamistas, pero también media docena de soldados españoles, en perfectas acciones de guerra. El Pentágono ha cifrado estos días en 732 los soldados muertos en Afganistán. En particular, las informaciones de las últimas horas han dado cuenta detallada del combate que ser produjo en el paso de Sabzak, entre las provincias de Badghis y Herat, en el noroeste del país. En ese punto concreto, un paso difícil y estratégico, se produjo un encontronazo en el que trece talibanes perdieron la vida en las seis horas que duró el combate. Ya desde el primer momento, por la mañana, la patrulla de reconocimiento de soldados españoles recibieron los primeros disparos de un grupo de militantes dirigido por el tayiko Ishan Khan. Y esta vez no se trataba de un hostigamiento esporádico, fórmula habitual de la insurgencia, ya que los atacantes se mantuvieron en sus posiciones y dispararon de manera permanente. Hasta el punto de que las tropas españolas reclamaron la asistencia aérea de helicópteros, que lograron dividir al grupo atacante y hacerlo huir. Pero no se descarta que la lucha se recupere en cualquier momento, en los próximos días, en ese punto crítico, un puerto de montaña calificado de vitar y estratégico por los mandos españoles.

Es decir, tras este enfrentamiento abierto, no es posible seguir hablando de ayuda humanitaria española a un país y a unos ciudadanos con serios problemas de supervivencia, que también tiene ese aspecto. Nos hallamos participando en una guerra abierta y durísima, en la que pronto empezaremos a conocer héroes bélicos indudables. De momento, será preciso quedarse en la memoria con el nombre del coronel Terol, máximo responsable de la base de Qala i Nao, o del comandante Miguel López, jefe de inteligencia del PRT español. Afganistán está reclamando unos niveles de atención desmesurados, reflejo de la grave situación en la que el país se encuentra en esta fase poselectoral.

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